sábado, 29 de enero de 2011

Obdulia Alcaraz Casablanca (Tía Yuyú)

Mis recuerdos de ella en otros tiempos pudiesen ser imaginarios; una mujer hacendosa en el balcón de la casa de campo en la Hacienda La Amistad, pero desde que advino a la edad dorada, hemos cultivado una amistad que valoro profundamente. Admiro su estoicismo y valentía.  Ha sobrevivido a su esposo Pedro Pascual Vivoni; a sus hijos Mariam y Masso, y a su nieto Quique.  (Lidiar con sus otros dos hijos, Peyo y Paul, ávidos practicantes de la magaña corsa, no ha sido fácil, pero ella sabe 'buscarle la vuelta'.) 
A los 81, decía en broma, invirtiendo los números, que tan sólo tenía 18 y así sucesivamente hasta ahora que dice encontrarse muy vieja para los 69. Conversar con Yuyú sobre la familia, la política en su sentido más serio, y sobre la vida es siempre aleccionador.  Aún habiendo pasado por tragos muy amargos, ha vivido concentrándose en los aspectos positivos de su existencia.  Su queja, en los momentos difíciles, ha sido tenue y siempre acompañada de la resignación y la humildad.  
Su casa, en la Loma del Viento en San Germán, es un pocito dulce de cariño, especialmente al medio día.  Comparte la mesa con nietos, hijos y sobrinos.  Su cocina, tan excelente,  le llevó a publicar un libro de recetas.  En su casa he saboreado los mejores dulces de naranja y de lechosa. Como cuestión de realidad, ella contribuyó a la fórmula que usamos en nuestra fábrica de dulces de cidra y limón.
Yuyú, posee la sensibilidad de la artista que és. Pinta, teje y es una ávida lectora. 
Fue de ella que escuché: "Edric, tu eres un Quijote, un idealista".  Le dediqué la primera copia de mi libro, La libertad tiene precio, y guardo con agradecimiento la carta que me escribió tras leerlo.
La clave, para que me reconozca en las llamadas telefónicas es preguntarle quién es el único sobrino que le llama Tía Obdulia.  "Tu eres un bandido" me riposta.
Doy gracias a Dios por la oportunidad de tenerla como tía y como amiga.

En la Casa Grande
Hacienda Luz de Luna
Adjuntas, Puerto Rico

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30 de enero de 2011
         
Magnífico pensamiento. Tu relato pellizca ciertas experiencias - las remotas y las próximas - sobre este gran personaje. Ahí van tus encuentros históricos con ella y sus característicos brotes de jocosidad a pesar de la dureza de su vida familiar.  La verdad es que Yuyú experimentó carnal y sensiblemente cosas de la vida que nadie quiere ni imaginar, ni siquiera debió ocurrírsele a ningúno de nuestros parientes en aquella época históricamente afortunada para los Vivoni, Ramírez y Acosta. Pedro Pascual fue diríamos que el sueño de tantas damas sangermeñas y mayaguezanas. Hablamos de la década de los cuarenta. Yo fui vecino de Pedro Pascual y Yuyú. Viví en ese vecindario desde el 41 hasta el 46. Eran Celia y Olga, Pedro Pascual y Yuyú. Recuerdo también a Georgy y Dicky [Martínez] a un lado y Pedro Juan, Maso y Paul al otro lado. Nuestros vecinos de la Calle Luna.  Luego, a pesar de nuestro cambio de residencia a Caguas, nuestras visitas a San Germán eran frecuentes. Beba y Marie permanecieron en San Germán. Visitabamos a Celia y Olga [Dominguez] con mucha frecuencia. Inclusive cuando se mudaron a Guayama íbamos a dar la vuelta. La enfermedad de Pedro Pascual fue dolorosa para nosotros. Recordemos que en nuestra familia ya había habido tragedias. La muerte de Pepe y Carlos fue una terrible tragedia. La de Saro, ni hablar. Creo que de la misma manera que mi padre y mis tíos se vieron afectados por la muerte de Carlos, y la muerte de Pepe a sus hijos, sucedió con Pedro Pascual respecto su familia. Yuyú debió afrontar más que eso todavía. Dos muertes más y la dura tarea de criar a un ser que definitivamente iba a requerir de una buena dosis de paciencia y de dedicación. Mi entrada el seminario el en 62 y luego mis estudios fuera de Puerto Rico durante más de diez años (Florida, Roma, Nueva y York), más mis años de ministerio pastoral me alejaron de ese círculo sangermeño. Mis visitas a San Germán se limitaron a ver a Beba [Magdalena Acosta] y a Marie [Ramirez] con quienes sostuve un estrecha relación. Celia Olga, Yuyú y los muchachos fueron figuras que en muy breves ocasiones veía. Esto a partir de la década de los sesenta. Por razones que no he podido descifrar bien, Yuyú permaneció como figura secundaria. A veces pienso que la total entrega de Yuyú a su hija (dedicación compartida también por Celia y Olga) la transformó totalmente. Pedro Pascual y los muchachos absorbían toda la energía y hacía quizá difícil entrar en ese ámbito tan profundo. Yuyú, pienso, pertenecía a una demensión algo distinta. Era académica, artesana, pensadora, profundamente religiosa y quien sabe qué otras cualidades más. Para mí todo esto permanecía escondido.

Carlos Manuel Ramírez
1 de febrero de 2011
Anoche estuve hablando con mi madre [Tía Yía].  Le preguntaba sobre Yuyú, sus recuerdos. Me contaba que cuando Pedro Pascual se enfermó, Ricardo [Ramírez] lo acompañó a Estados Unidos. Allí recibió tratamiento. Yuyú no pudo ir debido a que debía cuidar de Marián. Cuando Miguel Antonio Domínguez, hermano de mi abuelo, enfermó de cancer del colon, fue mi padre [Carlos Miguel] quien lo acompañó a la Clínica Mayo en New York. Parece que era una tradición familiar de entonces la de ir a Estados Unidos a tratarse con médicos. Don Pedro Acosta también fue a Nueva York a tratamiento no sé de él o de Doña Nena. Yuyú fue maestra en Mayaguez durante algunos años. El matrimonio con Pedro Pascual interrumpió esa carrera. Mr. Casablanca, me dice mi madre, el principal de la escuela pública de San Germán en la década de los treinta, era pariente de Yuyú. Mi madre estudió el cuarto año de la escuela superior en esa escuela (la superior de San Germán) junto a Alfredo [Vivoni] , creo que también Mario [Ramírez] y otros tantas figuras sangermeñas. Me dice mi madre que tanto Yuyú como Pedro Pascual eran personas de muy bella apariencia. Pero me aclara que Enriquito [Vivoni], tu padre, cuando de belleza se trataba, era inclusive más atractivo.  Un hombre alto y simpático. De Alfredo también tiene mi madre palabras de elogio. Mi madre siempre hablaba de Marian (supongo que se llamaba Mary Anne), de sus estudios en San Juan, de la enorme dedicación de sus padres a la educación de esa niña, de Celia y Olga y la relación de ellas con la niña. Quizá pueda decirse que si hablamos de magisterio, de una madre y una maestra, es Yuyú la número uno.
Carlos Manuel Ramírez

NOTA: Añadidos los apellidos en color violeta. E.V.

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Para la celebración de sus 100 años de vida por Amina Tió Vivoni
                                                    
DECIR TÍA YUYÚ

DECIR TÍA YUYÚ ES DECIR CALOR.
CALOR QUE SOLO LO DÁ LA EL CARIÑO CON EL QUE NOS RECIBE EN SU CASA QUE HACE QUE LA SINTAMOS NUESTRO HOGAR TAMBIEN.

DECIR TÍA YUYÚ ES DECIR TALENTO
NO UNO... SINO MUCHOS... TODOS.
TALENTO PARA TEJER, PARA PINTAR, PARA DIBUJAR, PARA CONVERSAR, PARA ACONSEJAR PARA CUIDAR, PARA QUERER.

DECIR TIA YUYÚ ES DECIR SABIDURÍA 
ENSEÑA CON SU EJEMPLO QUE EL AMOR LO PUEDE TODO, LO LOGRA TODO, LO VENCE TODO.
NOS ENSEÑÓ A TRAVÉS DE MARIANNE A SER CADA VEZ MEJOR; Y CON ESE EJEMPLO VIVIENTE Y SIN PALABRAS, NOS ENSEÑÓ QUE SE PUEDEN HACER COSAS QUE PENSÁBAMOS QUE NUNCA ALCANZARÍAMOS NI QUE TENÍAMOS LA CAPACIDAD PARA LOGRAR.

DECIR TÍA YUYÚ ES DECIR DEDICACIÓN
DEDICACIÓN A SER FELÍZ A PESAR DE LOS TROPIEZOS, TRISTEZAS Y OBSTÁCULOS QUE NOS PRESENTA LA VIDA.   SU CONSIGNA: SER FELÍZ.

DECIR TÍA YUYÚ ES DECIR MADRE
PORQUE ES MADRE EXTRAORDINARIA PARA SUS HIJOS PERO TAMBIÉN MADRE PARA MUCHOS.
ERA MI MAMÁ CUANDO, ACARICIÁNDOME LA CABEZA, ME SENTABA EN SU FALDA DE CHIQUITA Y ME DECÍA: TU ERES UNA ¨POLQUELÍA" Y CON ESAS PALABRAS TAN ESPECIALES HACER QUE ME SINTIERA QUERIDA.

DECIR TÍA YUYÚ ES DECIR ALIMENTO
 POR LO SABROSO DE SUS ALMUERZOS Y MERIENDAS CON SUS DULCES DE LECHOZA Y DE GUAYABA Y SU CAFÉ CON LECHE Y PAN, Y POR LO SABROSO DE SUS CARICIAS Y SOBITOS.

DECIR TÍA YUYÚ ES DECIR MAESTRA
 ENSEÑÓ A TRATAR A TODOS POR IGUAL, A SER PACIENTE, A ENTENDER QUE ERA BUENO COMPLACER Y AYUDAR A LOS DEMÁS SIN QUE LOS DEMÁS SE DIERAN CUENTA.

DECIR TÍA YUYÚ ES DECIR COMPLICIDAD, RISAS, DISCIPLINA, INGENIO, BUEN HUMOR.

DECIR TÍA YUYÚ ES DECIRLO TODO.
EN FIN, DECIR TÍA YUYÚ ES DECIR
AMOR.


TE QUIERO, TÍA YUYÚ
AMINITA
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Y celebramos el cumpleaños 100 de ella en el Centro de Convenciones de San Germán el 2 de noviembre de 2014.  La fiesta estuvo excepcional.  Familiares y amigos...especialmente sus hijos Peyo y Paul, nietos biznietos y sobrinos,   Se presentaron visuales de distintos momentos de su vida y Peyo leyó una carta de felicitaciones del gobernador García Padilla. 

La invitación a la celebración
Tía Yuyú, mi buena amiga de tanto tiempo el dia de su cumpleaños.
Luchy y Tía Yuyú, siempre bromeando... el día del cumpleaños



miércoles, 26 de enero de 2011

Seamos Pueblo


La última redada por defraudar a AFLAC, nos brinda la oportunidad de analizar y ponderar sobre quienes somos los puertorriqueños; incluso, preguntarnos si estamos desarrollándonos en una dimensión en la cual algunos de nosotros no queremos ser como otros de nosotros. Resultan cada vez más frecuentes las instancias en qué cuestionamos por qué somos cómo somos. Lo vivimos, de un modo generalizado, cada cuatro años dentro del contexto de las campañas partidistas, cuando nos ubicamos en diferentes frentes. El giro con que ahora despunta este asunto es, además de serio, trascendental. Hace unos meses, cientos de policías puertorriqueños fueron detenidos en un operativo del FBI. La noticia se difundió internacionalmente. Y ahora... esto.
Desconozco qué se estará moviendo tras bastidores. Ese ángulo corresponde a las esferas en las cuales se provocan y se utilizan las desgracias humanas con propósitos mezquinos.
Poco a poco hemos ido cruzándonos de brazos; generando expectativas sobre lo que otros puedan hacer por nosotros. Eso incluye nuestra dependencia de las ayudas que da o promete darnos el gobierno de Puerto Rico y el federal. Nos hemos ido acostumbrando a las dádivas y a lo cómodo. Tal vez es tiempo de comenzar a mirar hacia adentro y de alejarnos de percibir al estado como un ente paternalista. Durante mucho tiempo fuimos un pueblo de gente humilde y decente; personas trabajadoras, productivas y esforzadas que nos superamos, que creamos y aplicamos soluciones ante las dificultades. No nos engañemos. Los atrechos y los caminos fáciles terminan siendo aquellos en los cuales se sufren los mayores desengaños. Todos somos responsables de mantener y desarrollar una auto estima colectiva saludable, así como el sano orgullo de ser boricuas. No es momento de dar cabida a la vergüenza por los más débiles, aún cuando ellos hayan actuado bajo la creencia de que estaban siendo más listos. Distanciarnos unos de otros, a la larga tendrá el efecto de destruir nuestra identidad. Hay que retomar los valores de bien que nos han distinguido y vivir de acuerdo a ellos.
Desde la Casa Grande
Hacienda Luz de Luna
Barrio Yahuecas
Adjuntas, Puerto Rico


Seamos pueblo - El Nuevo Dia - 9 de Febrero de 2011 - EDRIC E ...

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9 Feb 2011 – Seamos pueblo - El Nuevo Dia - 9 de Febrero de 2011 -


sábado, 22 de enero de 2011

La edad,la vida y la felicidad


Hoy cumplo 24,093 días de edad. Curioso, ¿verdad? Son 3441 semanas y 6 días, incluyendo 16 años bisiestos por los cuales he atravesado. Podríamos añadir horas y minutos; 578,232 de las primeras, y 34,693,920 de los segundos. En otras palabras, tengo 65 años, 50 semanas y 2 días. Regularmente no medimos la edad en esos lapsos de tiempo. (Y el tema parece recurrente, pues lo traté en otro de mis escritos recientes.)
¿Qué he realizado? ¿Cómo he desarrollado mi vida cuando los criterios de medición son el calendario y el reloj? La mayoría de las veces no estoy consciente de ello. Es en fechas cercanas al cambio de año, el Día de Acción de Gracias, los cumpleaños y en las funerarias cuando suelo acercarme a esa dimensión. Ahí repaso mis ejecutorias...y es verdad que he tenido 7 hijos, he sembrado cerca de mil árboles y he escrito dos libros. No me siento justificado resumiéndola de ese modo; hay mucho más que eso.
Generalmente disfruto de lo que hago, pero hay momentos en los cuales pierdo la perspectiva.
De alguna manera los humanos hemos incorporado a nuestra psiquis la idea de que la felicidad se compone de los buenos momentos, y la infelicidad de los opuestos. Pienso que se trata de un problema de definición; o pudiera resultar mejor hablar de percepción. Sé que lo que nos rodea fomenta una visión hedonista de la existencia. Sin embargo, la felicidad incluye ambos extremos. Unos para sencillamente disfrutarlos y otros, para superarlos y alcanzar niveles superiores de carácter. Visto de ese modo, ambos resultan positivos; siempre ganamos.
Escucho los gallos cantando, salgo a la terraza y veo los primeros claros del día; cuelo café y me preparo unas tostadas de pan francés, le unto mantequilla y reflexiono sobre éstas cosas.
En esos menesteres, transcurren...unos 1,200 segundos.
Desde la terraza de la Casa Grande
Hacienda Luz de Luna
Barrio Yahuecas
Adjuntas, Puerto Rico

viernes, 14 de enero de 2011

Paíno y la 'magaña' corsa

Nací en febrero de 1945. Mis padrinos de bautismo fueron Josefina Farage Saade (Tata Fina) y C. Alfredo Vivoni Acosta (Paíno). Me han contado que en la ceremonia, cuando el cura rezaba el padrenuestro, él sonreía y el sacerdote lo regaño. Tal vez ahí comenzó para mí el asunto.
Recuerdo desde muy pequeño, cuando aún vivía en La Manguera, y me montaba en su 'chevrolita picop' del 52, color verde botella, para ir a La Amistad - la finca de mi abuelo y sus hermanos en el Valle de Lajas. Me paraba en el asiento, justo a su lado y a mitad del camino, al llegar a la esquina de la plaza del pueblito, nos deteníamos y me compraba un 'limbel colorao'. Tenían forma rectangular, ya que los preparaban en aquellas cubetas de metal, y los servían en un papel blanco; al estilo de esos en los que vienen los bombones de chocolate hoy en día. De regreso la parada era para comprar pan francés en la panadería que amontonaba en la pared de afuera la leña que usaba para hornear.
Al llegar a la finca, lo primero que me enseñaba era a París, su caballo. Luego íbamos a la caseta al lado de la romana donde se pesaba la caña. Por allí estaba Don Nolo; el mismo que llevaba leche y huevos a La Parguera cuando me quedaba los veranos en casa de los abuelos. Cabalgaba en una montura, con banastas. Al final del batey, me llamaban la atención unas murallas de ladrillo y la chimenea de apariencia antigua...ya en desuso. (La maquinaria era francesa y en un momento dado, salía excesivamente costoso traer las piezas; luego cerraron la fábrica que la hacía.)
Paíno me llevaba a los juegos de baloncesto de aquel famoso equipo denominado
Alfredo e Idelisa junto al equipo
El Monstruo Anaranjado. Se celebraban en la cancha sin techo que quedaba arriba en un cerro, frente a la escuela cercana al original Hospital de la Concepción. Allí coincidía con Idelisa, madrina del equipo y con quien, eventualmente, contrajo matrimonio.
Abajo en el patio de atrás de La Manguera había un gallinero, varios corralitos y un palomar. Ocasionalmente aparecía algún gato hambriento y Paíno desde arriba, fijaba la mira de un rifle calibre 22, y lo próximo era verlo brincando.
Alfredo e Idelisa           Foto por mi.
El hombre tenía un metal de voz peculiar y usaba un tono y un volumen que hacía juego con su estilo algo excéntrico, bromista y vivaracho. [A los 60 andaba con gafas oscuras, sombrero-pava, tirantes, pantalón de cuadros de un color llamativo y una camisa de rayas horizontales.] Fue muy activo en la vida cultural, educativa y política sangermeña.  Fue gobernador del Club de Leones, y el de San Germán lleva su nombre. Se presentó como candidato a alcalde de San Germán por el PNP en las elecciones de 1968 y perdió. [Papá me dice que cuando llegaba tarde a las reuniones del Círculo de Recreo decía: 'que conste en record que me opongo a todo lo que se ha aprobado hasta ahora'.] Durante una veintena de años publicó una columna en la revista Impacto. Cuando yo tenía unos 17 y él 44 años, en una de ellas atacó las boinas rojas de Fidel en Cuba y yo le riposté con una en la que criticaba las boinas verdes de los EEUU.  Ideológicamnte habíamos tomado caminos diferentes, pero eso no fue impedimento para que desarrollásemos un tipo de comunicación muy particular y para que perdure el cariño entre nosotros hasta el día de hoy.
Pasábamos horas en la terraza de atrás de su casa conversando y 'sin querer queriendo' bromeábamos de esa manera. Cuando comenzó a llamar a Idelisa para indagar sobre el orden en que debía ingerir la merienda, y me preguntaba varias veces dónde yo vivía y cuántos hijos tenía, me concentraba en el diálogo liviano y el chiste para mantener la conversación. Aún cuando no sabía quién yo era, podíamos conversar en esa dimensión. Era un toma y dame que afloraba a pesar de su gran interrogante: "¿por qué Papá tuvo que morir?" La última vez que le visité en el Hogar San José, al despedirme de él exclamó - "no me des"-. Le riposté, "si yo no te he tocado". Inmediatamente me dijo: "yo lo sé, es por si acaso".
Me contó antes de ayer el primo Dominic Vivoni, que a ese estilo de broma se le llama magaña corsa. Aunque puede tener aspectos negativos, ha sido la única manera en que he logrado realizar el viaje intergaláctico que se requiere para conversar con Paino en estos días. ¡Qué bueno que lo aprendí de él!

En la Casa Grande
Hacienda Luz de Luna
Barrio Yahuecas
Adjuntas, Puerto Rico

sábado, 8 de enero de 2011

Los Tres Santos Reyes, los tres y los tres...


Aún recuerdo cómo celebrábamos el Día de Reyes en La Manguera - la casa de mis abuelos paternos en San Germán. Había expectativa y emoción desde el día anterior... esperando el momento de montárnos en aquella guaguita Ford, verde clara, que tenía Papá e iniciar la travesía desde la Central Aguirre hasta la Ciudad de Las Lomas; dos horas y pico de viaje por la antigua carretera número 2. Había que pasar por el mismo centro (la plaza pública) de los pueblos de Salinas, Santa Isabel, Ponce, Guayanilla, Yauco y Sábana Grande. Mis primos hermanos, Robertito, Armandito y Carmen Regina, harían similar viaje desde San Juan, y acomodados en aquella casona de nuestra infancia y punto de reunión de la parentela, todos aguardábamos el momento de ir a cortar la hierba para los camellos.
Los masitos se hacían bajo la supervisión y dirección de Mamá Ita, nuestra abuela. Los amarrábamos por el medio con un cordón blanco y luego se cortaban ambos extremos, de manera que quedasen parejitos. Claro que antes de apretar el amarre, se colocaba debajo un papelito, suficientemente grande para que cupiese escrito el nombre. Un maso por niño. Luego se traía una palangana mediana y en el área donde se ponía la hierba para los camellos, se llenaba de agua.
La ilusión de los regalos y de la celebración me mantenía despierto tiempo después de haberme acostado. A la distancia escuchaba a la familia conversando y entre pensamientos y el murmullo terminaba durmiéndome.
Temprano al otro día, íbamos todos derechitos a buscar los juguetes y la ropa nueva; todo empacado y con los nombres escritos en el papel de la envoltura.
Percibía el olor a carbón y al bajar las escaleras de la cocina, estaba asándose el lechón en la vara. Borrero, un señor de barbas y pelo canoso, le daba vueltas ...y entre brasas, la brocha de plumas de gallina que metía en el aceite de achiote y que usaba para 'pintarlo', destapaba una canequita y se daba un trago. "No puede beber" se escuchaba desde el balconcito balaustrado de arriba.
A eso de las diez de la mañana comenzaba a sonar el timbre. Los limosneros iban en busca de algunas monedas, y a veces unos y otros, nos mandaban a entregárselas en la puerta de afuera.
En algún momento del día visitábamos el nacimiento en casa de Tía Bebé. Era un espectáculo de casitas, vereditas, riachuelos, arbolitos y por supuesto, el portal de Belén y todas sus figuras principales. Bajo aquel techo alto de cristal del patio interior de la casa y la fuente de agua, era un espectáculo visitado por otras tantas personas; los tíos, los primos y amigos de la familia Martín.
Por la tarde, después del café prieto que tostaba y colaba Demetria, salíamos de regreso a casa.
Hoy vivo en una casona de maderas techada de cinc que cumple 124 años y en muchos aspectos me recuerda la de mis abuelos paternos. Abí y Mamá Ita hace mucho que partieron, pero aún tengo presente aquellos años en que de niño celebraba el Día de los Reyes Magos con ellos. Lo cierto es que ahora soy yo quien junto a mis nietos preparo los masitos de hierba, los amarro con el cordoncillo blanco y le pongo el papelito con sus nombres.
Dicen que recordar es vivir, y es cierto; pero mucho mejor es revivir los recuerdos.

Desde la Casa Grande
Hacienda Luz de Luna
Barrio Yahuecas
Adjuntas, Puerto Rico





domingo, 2 de enero de 2011

Repensando a Rita Julia Acosta Forés (Mamá Ita)

Nunca, tras tu partida, te tuve tan presente como hoy. Llegaste clara, como reforzando aquella primera estrofa que escribí hace muchos años: "fortaleza indestructible de mis recuerdos". Vino a mi mente ésta foto juvenil; con tus anillos de poetiza soñadora, de un tiempo en que no te conocí así.
¿Cómo serías en aquel entonces? ¿En qué se ocuparían tus pensamientos? ¿A que sentimientos te entregaste y cuáles combatiste? No lo sé; no lo sabemos...pero podemos conjeturar que los hubo tanto de unos como de otros.
El contenido social y familiar de tu vida, se filtra a través de tu descendencia; hubo raíces profundas, indescifrables, y aún así, presentes y detectables.
Me pregunto, por qué me presentabas las alternativas de tus poemas para que te dijese cuál me parecía mas acertada. Tan sólo era un niño. Te observé pocas veces buscando la palabra que precisaba la rima...y me las mostrabas. ¿Qué te hizo creer que yo podía?
Y tan fugaz como llegaste, te vas. Aún permanecen tus tres hijos - ya ancianos-, y el pueblo. Ha cambiado, pero aún lo reconocerías. Ahí están las montañas que observaste tantas veces desde el balconcito de atrás de La Manguera y el mismo color de cielo. ¿Sabes?, vivo en una de ellas, arriba, a la extrema derecha.
Querida abuela, hoy te recuerdo, escribo y me hago tantas preguntas, curiosamente, al lado de un nieto de tu chiscuá en Mi Lugar Mágico.

La Casa Grande
Hacienda Luz de Luna
Barrio Yahuecas
Adjuntas, Puerto Rico