jueves, 26 de mayo de 2011

Mundos Paralelos

         La vorágine se origina ante cualquier combinación de factores: intensos o extensos, significativos y minúsculos, próximos o remotos.  El daño fluye de su presencia; basta con su aparición en las vidas que luchan por la sobrevivencia, aquellas que constituyen la mayoría de  quienes existen a éste lado de la realidad.  
          Nadie educó para percatarse o distinguir cuáles son sus elementos, tolerar la presión y la ansiedad que genera y mucho menos, sobre la manera de superarla; por eso la respuesta es básicamente el aislamiento geográfico, intelectual o emocional.  Se perciben sus efectos sin descifrarlos, mediante sensaciones inconexas y en actitud defensiva.
          Es el mundo compuesto por el trabajo obligatorio, monótono y esclavizante; del deseo por obtener cada vez más, donde nada es suficiente y siempre se desahorra; el de las relaciones desgastadas, porque se vive de apariencias y sensaciones pasajeras; donde se destaca la superficialidad tras el brillo de los ídolos del cine, el deporte, la política y la canción… y las malas noticias son nuestros acompañantes despertinos y crepusculares; el de la intromisión, limitación, reglamentación y facturación gubernamental que merma lo que por derecho es propio, incluso lo elementalmente perteneciente a la autosuficiencia.
          Por eso, en éste otro territorio, no se compran los periódicos, se va muy poco a los ‘moles’, se mantiene al margen la política partidista e internacional, no hay tarjetas de crédito o chequera y se es selectivo respecto a las áreas legalizadas para desobedecerlas clandestinamente. Existe autoridad propia.  En la jurisdicción donde se ejercita la libertad, hay vida.  Es un reino, una realidad simultánea que ocupa el mismo tiempo y espacio, y que también surge independiente.  Aquí fluye y florece el ser.  Un escenario para descifrar a Dios, reestructurar la morada, establecer y reinventar, formular estrategias, ser feliz; en fin vivir... y de eso se trata.



Desde La Casa Grande
Hacienda Luz de Luna
Barrio Yahuecas
Adjuntas, Puerto Rico

lunes, 9 de mayo de 2011

Tras el reencuentro en La Parguera el 18 de abril de 2011

Edric, Carmen Ide y Carlos Manuel
Querida familia,    ¡Que bien la pasamos el lunes!    Yía y Mina, las decanas del grupo, dan cátedra de la abundancia de la vida sin tener que hablar mucho - y hablaron-.    Compartir con Carmen Idelisa tras treinta y pico de años, fue significativo para ella y para nosotros.    La presencia de Oscar y Luz Marina, el único matrimonio presente de esa generación, con el ánimo y cariño que manifiestan, fue especial.    Los primos de nuestra generación que nos dimos cita, creamos una combinación interesantísima de alegría, recuerdos parguereños y vellones (reales e imaginarios).Y de nuestras esposas, ¿qué seríamos sin ellas? Aunque sea pa'regañarnos cuando nos portamos mal.  Tuve la sensación de que bromeamos hasta con lo serio, y eso es tremendo.
    Nuestros hijos y nietos nos vieron allí hablando y riendo como muchachos, y añadieron ese toque de continuidad familiar. (Siempre los nietos e hijos nos alegran y enseñan a ser mejores padres y abuelos.)
   Ventura se la comió con lo que preparó; aunque nos lo comimos nosotros.
   Carlos Manuel, fue un excelente anfitrión en todos los sentidos, y damos gracias por haber pensado en sus ayudantes, Eddie, esposa e hija - que colaboraron en todo.
   A Luchy, gracias por haber compartido con todos sus recientes pinturas (y por haber guiado de regreso a Adjuntas esa noche).
   En lo que a mi respecta, gracias por la presencia de todos, gracias por el esfuerzo y los arreglos que hicieron para lograrlo, por las golosinas y el buen vino que llevaron, y por ayudarme a realizar 2 metas: abrirnos un espacio para compartir familiarmente junto a Carmen Ide y obsequiarle a Carlos e Irma el cuadro de su caseta de La Parguera.
  Ahora, lo que falta es que intercambiemos las fotos que tomamos.
Un abrazo,
Edric 
Nota: El anterior fue el mensaje electrónico que envié a los asistentes post actividad
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El siguiente escrito es de Carlos Manuel... a posteriori.

       Los orígenes de este reencuentro parten de un embeleco nacido de una reflexión de Edric Vivoni Farage. Compartíamos ambos algo que formaba parte de tantas conversaciones, la de convocar a nuestros primos.  El nombre de Carmen Ide surgió sin querer queriendo. La idea de que podíamos invitarla fue poco a poco haciéndose realidad. Edric se ocupó de hacerla realidad. La llamó, la visitó y la convenció. Como si fuera poco, la trajo a La Parguera a la fiesta y la llevó a su casa. Esta idea no se quedó allí. Luego viene la parte artística. Edric se inventó un acto de develación de su obra artística convertido en un obsequio a Irma y a Carlos Manuel. Lo que inventó lo obsequió.
       La verdad que a los niños les encantan las sorpresas. Ese día del reencuentro parecíamos niños ante una gran fiesta de sorpresas.
      Una la presencia de Carmen Ide, evento que ciertamente no esperabamos ocurriera realmente; luego la sorpresa de la develación del cuadro de Edric, obra de arte que llenó de admiración a todos. Junto a Edric también quedó consagrada ahí la obra de Luchy que desplegó junto a otra pintura del manglar un maravilloso cuadro del crepúsculo parguereño.
      Alfredito Vivoni también nos visitó con antelación, junto a Oscar, Luz Marina y Humberto, Ivette e Isabella (la nieta) y mi madre, la noche antes de nuestro reencuentro. Alfredito nos obsequió desde la pantalla de su "laptop" todo un repertorio de fotografías de la antiguedad. Fotos de los Acosta, de los Martín, de los Ramírez, de los Vivoni. La verdad que brillaba en sus ojos y en su conversatorio explicativo mientras mirábamos las fotos, la fugaz memoria de Alfredo, ahora revivida en Alfredito.
      Otra muy interesante sorpresa fue la del Chef Ventura. Sus platos y repertorio de sabores, todos confeccionados in situ, combinados ellos con un amanecer y día fresco, soleado y tranquilo subió enormemente el colorido y la alegría que reinó en la caseta todo el día.
      Pero este no acabó allí. Las fotos antiguas de Huguette y Mina fueron otro giro sorpresivo. Fotos del primer bañito de Abi. Que cosa más grande. Pero hubo más sorpresas: la de Oscar Martín y Luz Marina ambos resplandecientes octogenarios de belleza incomparable. Ellos adornaban particularmente la gran fiesta parguereña, por ser la pareja matrimonial de mayor antiguedad. Otro duo especial, Mina Monagas y María Teresa González, ya alcanzaron la suma cronométrica de noventa y tantos. Van derechitas al siglo.
     De los que hicieron acto de presencia el lunes enumero los siguientes: Joey Molini y Gaile, su esposa,  Alberto Ramírez, Roberto y Angie, Armando y Margarita, Carmen y Juan Manuel, Huguette y Frankie su esposo, y su nena Anuska, y Edric y Luchy.
     Luego la segunda o tercera generación: (que estuvieron el sábado y domingo) María Irma, mi hija con mi nieto Wixilito y su papá; luego algunos hijos Edric y sus respectivos novios o esposas, y también algunos nietos. Me refiero a Marcos (el 3ero con Mapy) y Annette, su novia; Alberto (2ndo con Luchy) y Nany, su esposa, con la nieta Amaya Zoé; y Lusel (3era con Luchy) y Pablito con sus sus hijos Ithalia y Eván. Vino también Ventura y su amiga Mónica. Estaba presente Malena la hija de Carmen y Juan y su esposo, Julio González. Vinieron acompañados de sus hijos Carolina Sofía, Camelia Pilar y Gabriel Andrés nietos de Carmen. Vino también Nancy la esposa de Nealito Monagas con Mariola, su hija acompañada de Ricky su esposo y la bebé Marena.
     La visita de Carmen Ide fue ciertamente el evento más importante. Pudimos todos notar el júbilo que brillaba de su rostro. El agradecimiento fue mutuo. Todos, como en un golpe de esponáneidad la abrazamos a unísono. Al menos asi me pareció. No pudo menos Carmen Ide que saber y sentir cómo lo mejor de nuestras memorias salia a relucir a borbotones. Los sentimientos de familiaridad y fraternidad eran la orden del día.
     Tuve la oportunidad de conversar con ella y quedar más que agradecido de recibir de ella pensamientos y sentimientos llenos de pura espontáneidad. Habló como mujer profundamente angustiada por el dolor. Brilla con sus palabras lo más sublime pero también redobla con pesares que quisiera ella proferir a gritos pero que sencillamente calla con sordina obligada.
     Carmen Ide es mujer con sentimientos de Julia de Burgos y de Matos Paoli, pero aquella sonrisa de niña, de aquella Carmen Ide que vi en una foto cuando apenas tendría nueve años, queda todavía en su semblante. Quien sabe si Carmen Ide encarna consciente o inconscientemente en lo más recóndito de su soledad y dolor el mismísimo Jesús sufriente.
Carlos Manuel Ramírez