domingo, 25 de diciembre de 2011

Banastas llenas de dar

           ¡Claro que nos conocemos!  Esa es una ventaja de las 100 x 35.  Somos una familia extendida llena de coincidencias y contradicciones.            Desde San Juan y Guaynabo hasta Yahuecas y Duey; desde los Mercedes e Infiniti hasta los jeep Willy y Suzuki;  desde la llanura de la zona metropolitana hasta los empinados pueblos de la altura; desde los cafetales a los sembradíos de mangó; desde Dorado East hasta el Residencial Villa Valle Verde.  Desde los izquierdistas radicales, hasta los republicanos recalcitrantes; desde los negros más oscuros o aceitunados hasta los blancos más pálidos o 'coloraos'.  Con todo lo que pensemos o digamos, somos puertorriqueños.  

     ¿Qué hay diferencias que zanjar?  ¿Problemas que resolver?  Por supuesto. ¿Y entre qué parentela no los hay? 

     ¿Cuál es la causa de nuestro mayor distanciamiento?  La importancia que le otorgamos a la política y a sus ‘líderes’.  Le dedicamos demasiada energía vital, espacio y tiempo.  Hablamos de pertenecer a ‘x’ o ‘y’ partido.  Su propio significado lo declara: fragmentado, dividido, separado, roto, fraccionado.

 No me interesa o viene al caso, con quien vota el amigo a quien le obsequié unas chinas, unos guineos y un pan francés, y con quien compartí un par de horas en Noche Buena; o al que visité y llevé palabras de ánimo, porque se siente deprimido; y aunque conozco el partido con el cual simpatiza papá, tan sólo fui a acompañarle durante la tarde, escuchar sus quejas y servirle un plato de comida hecha en casa; para eso nada me importó lo otro. Tampoco me interesó ese asunto, cuando el jíbaro que trabaja conmigo fue a buscar ésta mañana su aguinaldito de Navidad y se lo incluí en una postal que le leyó mi esposa, (porque no sabe leer) y con lágrimas nos confundimos en un abrazo; o cuando le obsequié unos dulces a otro amigo que vive solo y conversamos un rato; o cuando ayudamos al compadre con párkinson a cambiarle la goma de su ‘picop’ para sacarla del camino de la finca donde se le había ‘atascao’ la tarde antes.  ¡Y qué poco me importó cuando mi nieto, mi hijo y yo jugamos tirándonos con bolitas de barro en lo que resolvíamos!  

     ¡Qué días tan especiales han sido estos!  Y es que si aprendemos a hacer el bien sin mirar a quien… y experimentamos que dando es como se recibe, llenaremos nuestras banastas, en lugar de cansarnos vaciándolas en politiquerías.   

         

lunes, 19 de diciembre de 2011

Cada día es Navidad

     Escucho el concierto del ruiseñor que desde hace dos días se posa en el árbol de flama del batey en la hacienda.  Van a ser las once…y estoy abrigado.  Es diciembre. 
    Recién se terminaron de recoger los últimos granos de la cosecha de café, los mandarinos están tan cargados que se encorvan y el plátano escasea porque por el frío no engorda.
ris que precede el  regala, como si imitasen a aquellos tres magos de orientel s ya a entregar la factura fechada el 9 de dicie
      Es época de rocío, de hoja de guineo cubierta de miles de gotitas que con la más leve brisa chorrean y humedecen la tierra.  Los yagrumos lucen esbeltos, la palma mansa persiste en su deseo de rascar el cielo, el mirto nos obsequia con sus cuentas rojizas y la cheflera veintenaria se adorna de estrellas anaranjadas.  
      Nortea, los cielos claros de momento se llenan de un gris que precede el llovisneo.   El pollo que comienza a ser gallo interrumpe con su desconcierto de voz ronca.   La algarabía circundante en la montaña contagia.
     La naturaleza nos regala, como si imitase a  tres magos de oriente.  Es tiempo de Epifanía.
    Dios entre nosotros, aún más…en nosotros.  ¿Qué plan maestro siguió tal Ser Supremo para sacrificarse encarnándose y luego morir sacrificándose?  ¿Qué idea la de resucitar y ascender, para luego bajar y morar en el espíritu de cada persona? 
      Es un Dios que siendo eterno, se inserta en la humanidad, naciendo no una, sino dos veces.   La primera la celebramos en la Navidad; una época extraordinaria en la cual recordamos, festejamos conforme a nuestras tradiciones  y obsequiamos.  En la segunda ocasión, nace en el corazón de las personas y nos alienta a amar, tener paz y esperanza,  verdadera alegría y superación en medio de vidas llenas de retos y pruebas.  Esa es la Navidad que necesitamos para vivir día a día… la que nos permite realizar nuestros más nobles sueños y aspiraciones.  


CADA DÍA ES NAVIDAD - El Nuevo Día

WWW.elnuevodia.com/columna-cadadiaesnavidad   

sábado, 17 de diciembre de 2011

Ambiente festivo


Hacienda Casa Vieja de Vitín Delgado - Lares-       Foto E.Vivoni
Aportando en la mesa de entrada.  Aires de alegría; Silverio y Jossie, guitarra, bongós, corillo de ‘muchachas’ bailando al compás de maracas.  Carpas en el glácil frente a Casa Vieja.  Saludos: Vitín y Juana, Cachorro y Gabriela, Abel y Evelyn, Ventura y Mónica, Pedro, David, Che, Gelito... Almuerzo: pernil, ternera, viandas, arroz…cerveza, ron, pitorro.  Camaradería ambiental y silenciosa entre la juventud de los sesenta y setenta… ¡cómo ha llovido! pero el mismo espíritu sigue presente – tan sólo jóvenes con más experiencia - .  Un mensaje improvisado, reconocimientos, copas torneadas en madera de aquí.  Hay un hilo conector, la esperanza de un mejor Puerto Rico, la celebración por la inscripción del movimiento, el final… y el comienzo de una jornada electoral. 
Silverio y Jossie en la actividad     Foto por Juana Mañón
Hacienda Casa Vieja luce tan única.  Los montes circun-dantes, cafetales y platanales, la represa del Río Guayo enmarcan el escenario y según madura la tarde, entra la brisa y el frío de la época. Hay despedidas por el regreso.  En el seto  de tablas de guaraguao, a ambos lados de la entrada, posan la bandera del Grito y la de la Patria...con el azul del cielo; llevan tiempo ahí.   
Hay ideales que se transforman en realidades, vereditas que se convierten en caminos.  Soñemos sueños y aferrémonos en darle vida, porque de nosotros depende su gestación.  Icémoslos con fervor en los corazones para que ondee nuevamente lo puertorriqueño.      

lunes, 12 de diciembre de 2011

Sólo a nosotros nos corresponde

Muchos hermanos puertorriqueños se encuentran en una desesperante y frustrante condición ante la realidad que vive el país.  En tales circunstancias nos vemos tentados a ubicarnos en una encerrona, a sumirnos en la depresión colectiva.  Sintiéndonos de este modo, lo más  fácil, pero a la vez doloroso, es hacernos eco del lamento borincano.  Quejarnos, culpar, mantenernos indignados y de brazos cruzados esperando por alguien, de aquí o de allá, que haga algo. Cifrando  esperanzas en huecas promesas que no saben o pueden cumplir quienes las hacen, y de paso, intentan sacarle provecho a tal desventura.  Es mejor ser voz solitaria que clama y alienta en el desierto puertorriqueño, que sollozo triste y quejumbroso que se une a los que lloran el malestar y la desgracia del pueblo.
Hay que elevar los pensamientos; desarrollar un nuevo paradigma. 
La vida, conversaciones y trabajo deben ser reflejo, no de lo que los ojos ven o de lo que nos hacen creer… la decepción, sino de aquello que la consciencia y el amor patrio nos dicta.  Nuestra aliada es la inspiración, y hay modelos - hombres y mujeres - que realizaron lo imposible y marcaron un nuevo rumbo en el acontecer humano.  Usemos lo que somos y tenemos para sanar dolencias y para sembrar esperanzas.  Hablémosle al alma del hermano, pues ese es el terreno donde se da la mayor de las luchas y se obtienen las mas significativas  victorias.  Ahí es donde primero debemos y podemos alcanzar la libertad.  Claro que en dicho transitar se bebe vinagre y hiel, pero al final veremos resplandecer un nuevo horizonte.  No existen atrechos que falsamente faciliten esta faena y el sendero es angosto.  Sin ser ciegos, no podemos darnos el lujo de permitir que nuestros ojos y otros desvaríos nos nublen o extravíen de tal meta. 

domingo, 11 de diciembre de 2011

Sueños hechos realidad...y otros que ni siquiera imaginamos

  
     No es bueno que los sueños se pierdan en el espacio.  Mucho menos aquellos que se cumplieron al transcurrir los años.  Pasaron veinticinco de ellos para que Ventura Alejandro, nuestro hijo menor viese realizado aquel comentario del niño que acercaba una banqueta a la estufa de la Casa Grande para ayudar a su mamá.  ‘Mami, cuando sea grande, quiero cocinar aquí para  invitar gente a comer.’
     Aun existe la misma estufa de gas que cuando llegamos a la Casa Grande en el 75.


     Mi esposa Luchy está más guapa que nunca, ha madurado como mujer y ser humano.  Ventura, el chiquitín, hoy es el Chef Vivoni, un artista en la cocina, que a poco será el papa de Magnolia.
     Doy gracias a Dios por éste regalo de vida, y en lo que se refiere a la nieta que completa la docena, nunca pasó por mi mente que así sería.