No es pellizco de ñoco
Por supuesto que no hemos perdido la capacidad de indignarnos ante los abusos. No sólo ante el trato humillante y despótico que ofende la integridad y el valor de los seres humanos y de los pueblos, sino cuando se asfixia nuestra iniciativa empresarial y económica.
Hace poco tiempo consternó al país, la estudiante que arremetió contra su compañera de escuela. Se inundaron los medios de la ‘noticia’, o más bien de la desgracia. Nuestra respuesta colectiva condenando el atropello fue acertada. Se precisó de medidas correctivas a todos los niveles; remoción de la agraviante de su hogar, orientaciones sobre el ‘bulin’, medidas administrativas y aún legislativas para suprimir ese tipo de conducta y señalamientos analíticos sobre posibles fuentes de esa violencia.
Hay una desgracia mayor. Unos días atrás se dio a conocer un informe oficial del gobierno de los Estados Unidos que cataloga y reconoce como abusiva la aplicación de las leyes de cabotaje a Puerto Rico. El editorial de El Nuevo Día correspondiente al 22 de marzo del 2013 las describe como opresivas y expresa que: “Ahora, tiene que haber una respuesta contundente, rotunda y pertinaz de todo el Gobierno y de todo el País, que nos sacuda el yugo de las leyes de cabotaje.”
¿Qué haremos ante éste ‘bulin’ nacional? Llegó la Semana Santa y entre la religiosidad y los festejos, pasamos el trago amargo de conocer algunos detalles sobre la confesión del abusador. Respondimos con desconcierto y desaprobación, pero la afrenta es continua. No sólo nos siguen ‘robando’ 700 millones al año; la deshonra que ejecutan es deliberada e intencional.
¿Se atreverá la legislatura a aprobar una medida en defensa de nuestro honor, declarando inaplicables tales leyes a Puerto Rico? Ciertamente es un paso valiente; pero no es para menos. La situación lo requiere, el país lo amerita. Adelante. *
*Escrita el 28 de marzo / publicada en mi blog en 4/8/2013
No tienen los bodogros para hacerlo
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