A veces es difícil encontrarle el valor positivo, a situaciones cuyas envolturas son negativas. Los eventos acaecidos en el 2020 han provocado, en muchos, el anhelo de su pronta partida. Se ha dicho que ha sido un año pésimo. Parece que, como reacción, son buenas las expectativas respecto al 2021. El calendario con que se enumeran los años desde el nacimiento del Nazareno, los nombres de los doce meses y los 365 días no tienen la capacidad de alterar nuestra perspectiva. Cierto, que los cambios en las estaciones, el clima y las variaciones en las mareas, causados por la atracción de nuestro satélite lunar, tienen sus efectos sobre el comportamiento de los seres vivientes. Sin embargo, resulta ilusorio y hasta irresponsable, concluir que los humanos carecemos de la facultad para alterar nuestras percepciones y la manera de responder frente a lo que nos acontece. A modo de ejemplos; un padre de familia y un estudiante universitario se sacrifican y se privan de ‘cosas buenas’; digamos que están dispuestos a ‘pasarla mal’, para alcanzar un futuro más prometedor. Aunque se sufren las privaciones, se mira a lo porvenir.
Uno de nuestros grandes ‘enemigos’
durante el 2020 ha sido el COVID-19. Nos
ha traído aislamiento, semblantes escondidos, temor, crisis económica y muerte.
Todo lo anterior es cierto, pero además
nos ha ayudado a detener un ritmo de vida carente de sentido, a reflexionar y alterar
la jerarquía que veníamos dándole a las cosas.
Hemos realizado que habíamos desvalorizado el tiempo dedicado a la
familia, a las expresiones de afecto; a dar los buenos días, a regalar una
sonrisa y a disfrutar de la amistad, de un atardecer, de la lluvia o el mar. Ha sido ante una ausencia casi obligada, que
las extrañamos. Hemos tenido una buena
oportunidad de evaluar cuán bien o mal ha encarado la situación nuestro
gobierno, ver cuál es la tendencia y el enfoque que sigue, y ante sus aciertos
y desaciertos, nos hemos educado respecto a lo que se ha dicho y hecho, para
terminar, asumiendo responsabilidad por nuestra propia vida. ¿Me vacuno o no?
Se han abierto puertas para
desengañarse y a la vez comprender que nuestro bienestar no está en manos del
gobierno y mucho menos de los políticos; depende de nosotros. Corolario a lo anterior, es entender que la
colonia ha dependido del paternalismo estadual y las llamadas ‘dádivas’
gubernamentales y que la manera de sobreponernos comienza cuando asumimos
responsabilidades.
Siempre cuento con tu perspectiva afilada como un buen machete!!!
ResponderBorrarExcelente presentación!!! Directo y sin "titubeos"
ResponderBorrarTe acostaste en la hamaca y meditaste mirando el Cafetal.
Un abrazo Primo
Seguiremos tu consejo y reflexionaremos nuevamente sobre el significado del 2020. Esa pluma tuya siempre afilada. Como dice JBE, un abrazo primo. JRRV
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