Josefina
Farage Saade-Jahnadeeb, falleció la madrugada del 12 de agosto de 2012 a los 92
años. Fue la menor de tres hijas habidas
en el matrimonio de mis abuelos libaneses, Salim Abraham y Marta (Malaki). Nunca se casó. Sus únicos sobrinos fuimos los
5 hermanos Vivoni Farage. Éramos sus regalones. No dejó pasar unas Navidades,
cumpleaños o Día de Padres en que nos obsequiase ropa y golosinas
libanesas.
Fue mi madrina. Un ser humano extraordinario. Logró combinar el profesionalismo (en una
época en que las mujeres se abrían paso en ese campo), la jovialidad, el
respeto y un enorme desprendimiento. Siempre
tenía a flor de labios una sonrisa y vestía de colores alegres.
Después de graduarse de la universidad
prosiguió estudios en maestría en Trabajo Social en Columbia University. Se
desempeñó en el Departamento de Servicios Sociales y llegó a ser directora de
la región oeste. Tras su retiro, ayudó a
su hermana Mary (Odette), ya fallecida, en
la dirección de una boutique de ropa femenina, Karima, en los bajos del Hotel
La Palma en Mayagüez.
Cuando finalicé la
escuela superior en Guayama, estudié en el Colegio de Agricultura y Artes
Mecánicas (CAAM). Esos cuatro años de
bachillerato los viví en la casa de mis abuelos y las Tatas. Una casa de dos pisos en De Diego 54, con
columnas griegas, puertas de celosías y balconadas de hierro forjado. El apartamento de Las Tatas en Punta Arenas,
Joyuda, fue otro de los escenarios en los cuales maduramos. En el 5to piso del Condominio Playa Azul,
pegadito al mar, celebramos tantos pasadías y reuniones familiares durante incontables
fines de semana.
Siendo el mayor de cinco
hermanos, fui el primero en abandonar el nido y en esos años de ‘libertad’ y
rebeldía, de estudios, fraternidades, novias y fiestas, Tata Fina siempre
estuvo presente. Su Plymouth Belvedere del 60 fue mi medio de transporte.
Preparaba el mejor
'fudge' de chocolate del mundo. Siempre
se encariñó con los animales: primero los perros (Spoty y Juancho), luego los
gatos (entre ellos, La Nena) y las palomas.
Batalló toda su vida,
nunca se quejó y llevó una vida independiente en la misma casa de
siempre. Estando bien y conversadora el
jueves, falleció de sábado para domingo.
Damos gracias a Dios por
todo lo que ella significó para nosotros y para su hermana Vicky (Zaida
Victoria), mi mamá; que precisamente hoy cumple sus 95. Recordaremos a Tata Fina atesorando las
mejores memorias de ella.