domingo, 19 de febrero de 2023

CÓMO ECHAR PA'LANTE EL CAFE DE PUERTO RICO

  

Encapullada de café Hacienda Luz de Luna
    Regreso de la finca hoy sábado.  Fui a realizar unas tareas que no pude completar durante la semana y noto la tremenda encapullada que trae el café.  Las lluvias de estos días y el abonamiento le han hecho mucho bien.  Lo disfruto con optimismo y esperanza, pero además, con un trasunto de pesimismo.  Perdí un 40% de la cosecha de la pasada por falta de cogedores; eso es más o menos lo usual entre la mayoría de los caficultores de la montaña, aunque en años anteriores, pude recoger un 90% de la misma.  
    El Huracán María marcó en Puerto Rico un tiempo en la agricultura.  Entre los miles de puertorriqueños que emigraron, lo hicieron muchos de los que se dedicaban a coger café.  El Título V de Yahuecas, Adjuntas, una comunidad de unas 350 casas contiguas a mi finca, se vació de personas jóvenes, muchos eran trabajadores.  Además, de los 10 cogedores que tenía antes de María, la mitad eran personas mayores de cincuenta años y tras el huracán, algunos se vieron afectados en su salud y otros se fueron de la Isla.  Hay que tener presente que el café produce una cosecha anualmente y su recolección suele extenderse entre los meses de septiembre y finales de enero.  El impacto de los vientos huracanados destruyó miles de árboles de café y la mayoría de las fincas, por derrumbes y destrozos quedaron incomunicadas e inaccesibles.  Pero esas son obras de la naturaleza y contra ellas no se pelea, se sobrevive o se sucumbe.  Hay otros aspectos que requieren corrección urgente.
Bajando café en mulas
    Uno se pregunta: ¿Cómo es posible que en la década de los cincuenta, en Puerto Rico se produjesen unos 350,000 quintales de café?  Eran tiempos de menos agrónomos, medios de transporte, tecnología, abonos químicos y herbicidas. Tiempos en que el café puertorriqueño se exportaba a Europa y cuyo cultivo permitió el desarrolló de cientos de industrias relacionadas con su procesamiento y venta.  Entonces, la intervención del Departamento de Agricultura era mínima.  Ahora la realidad es otra.  Prácticamente todas las facetas de lo que queda de esta ‘industria’ está reglamentada por el gobierno y estamos produciendo
Cogedor de café
aproximadamente unos 40,000 quintales de café; 260,000 quintales menos de lo que consumimos.  ¿De dónde proviene el resto?  El propio gobierno lo compra y lo importa desde México y se lo vende a la mayoría de los torrefactores nuestros.  En esa operación económica invierte unos 60 millones anualmente y obtiene el doble.  De ese dinero paga muchos de los gastos operacionales del gobierno; aunque por ley, se supone que lo utilice para incentivar a los caficultores a sembrar café.  La realidad es que la mayoría de las marcas de café que llegan a las góndolas de los supermercados dicen “hecho en Puerto Rico”, pero es porque cualifica para ese calificativo si se elabora y empaca aquí.  En un 90%, se trata del café de afuera.
    ¿Y qué sucede con el reciente aumento en el precio de la libra de café que compramos tú y yo?  Ni un centavo llega al agricultor.  Ello corresponde al aumento
que el gobierno fijó en el precio de venta del
café importado a los torrefactores y ellos a su vez, se lo pasan a los consumidores.  En cuanto al precio que el torrefactor le paga al agricultor por los 40 mil quintales que se producen en nuestras fincas, el Departamento de Agricultura estableció un precio mínimo de $18.00 el almud (28 libras de café uva) y eso es lo que se está pagando.  Es importante destacar que en la cosecha de café del año pasado, el mismo café que vendí a $21.00, ahora lo pagan a $18.00.  A eso le añadimos que la semana pasada aumentaron los precios de los abonos que requieren las fincas de café.
    Con ese panorama sombrío, quienes continúan sembrando café y atendiendo sus cultivos lo hacemos como un gesto de amor.  Añado yo; patriótico.  Sin embargo, no todo puede quedarse en la descripción de esa triste y abusiva realidad.  ¿Qué podemos hacer?
    
Sustituir paulatinamente, pero dentro de un término de 10 años, la importación de café.  Dentro de ese mismo tiempo el gobierno deberá encontrar maneras de reducir sus gastos operacionales, concentrándose en el salario de los legisladores, reducir su número de asesores, al igual que esos mismos gastos en La Fortaleza y eliminar la práctica de contratar bufetes de abogados para representar departamentos gubernamentales que tienen una división legal.  Identificar cuáles son las marcas de café 100% puertorriqueños y publicar un listado de ellos y los lugares dónde puede adquirirse.  Crear un logo que identifique los cafés, así como los negocios que lo venden y promocionan.  Incentivar a lo torrefactores que usan café importado, a comprar el café nuestro.  Establecer una diferencia en precio entre el café importado y el producido localmente (por supuesto, el nuestro debe pagarse a un mejor precio).  Desarrollar una campaña educativa sobre el valor y calidad de nuestro café vs. el importado, con el propósito de crear consciencia sobre los beneficios directos e indirectos al
adquirir nuestras marcas de café.  Aumentar el precio que recibe el agricultor por almud de café vendido, de manera que éste pueda pagarle un mejor precio a los cogedores. Incentivar al caficultor a que así lo haga.  Controlar el precio del abono granulado y motivar a los vaqueríos y criadores de ganado y caballos a convertir el estiércol en abono orgánico.  Educar a los caficultores sobre su uso y beneficios.  Brindar cursos sobre caficultura y las maneras de convertirlo en una empresa, en los recintos universitarios.  Desarrollar una campaña, a través de prensa, radio y televisión para que puertorriqueños, con diversidad de trasfondo y educación, se motiven a recoger café y que además reciban el beneficio económico que esa actividad les puede generar durante 5 meses al año.
    Por supuesto que la lista no es exhaustiva.  Hay personas con muchas buenas ideas.  No creo que se requiera de tanto peritaje para fortalecer y hacer crecer la industria cafetalera puertorriqueña.  Con el enfoque correcto y la descontinuación de las prácticas gubernamentales que le son perjudiciales, podemos tener un futuro lleno de nuestro propio café.  Además de amar a Puerto Rico, es necesario llevar a cabo un conjunto de medidas que sean cónsonas con ello.  ¡Adelante!  ¡Venceremos!

sábado, 11 de febrero de 2023

BUSCANDO BRISA PARA UN SUEÑO

     Indica una fuente informativa confiable, que el Gobernador Pierluissi está en Washington, solicitando que le permitan importar a Puerto Rico trabajadores de países vecinos.  Hay disposiciones federales sobre inmigración, que claramente así lo permiten.  De eso Pierluissi, un Ex Comisionado Residente y ahora, con todo un gabinete de ayudantes y de asesores, debe estar bien consciente, de manera que cabe preguntar: ¿Se hace el que no sabe o en realidad no sabe?  De cualquier modo, no luce bien. 

    Acá en la zona montañosa de Adjuntas-Lares hay algunos agricultores trayendo mexicanos, nicaragüenses y costarricenses (quizás de otras nacionalidades) para cultivar fincas y recoger café, cumpliendo con la ley.  (No como sucedió hace dos décadas, que se empleaba mano de obra dominicana que ‘buscaban brisa para un sueño’ de manera ilegal.) ¿Cuán efectivo o costoso sea el ‘remedio’?  No lo sé, pero resulta una alternativa ante la catástrofe.  Tras los huracanes María y Fiona, para muchos agricultores la opción ha sido abandonar las fincas, reducir las áreas de cultivo al cordaje que ellos mismos pueden atender o venderlas.  ¡Qué panorama! 

    Mientras tanto, algunos compradores de café han reducido el precio que le pagan al caficultor. Este es el resultado de decisiones tomadas por el Secretario de Agricultura estableciendo un mínimo de $12.00 por almud (28 libras de café uva) que los compradores autorizados por el Departamento le deben pagar al agricultor.  En la cosecha pasada, vendí el café maduro de mi finca a $21.00 el almud, este año, a $18.00.  El gobierno ha estado importando más de 250,000 quintales de café de México anualmente, porque los puertorriqueños consumimos unos 300 mil qq. y ya estamos produciendo menos de 50,000 mil.  En el proceso de compra y venta se gana una millonada... dinero que no llega al agricultor (aunque eso es lo que se supone por ley), sino que se utiliza para pagar empleados gubernamentales.  ¿Y a qué se debe esa realidad?  Lo que sé es que dondequiera que el gobierno mete la mano en la agricultura, hay eliminación de cultivos y quiebra.  En cierta medida, son los tentáculos del partidismo y de las palas políticas que encuentra cabida en un gigantesco aparato burocrático.  Hoy aún más; con un Secretario de Comercio y de Desarrollo Económico que no cree en nuestra autosuficiencia alimentaria y sí en la importación.  Para muestra con varios botones no nos ha bastado: piña y caña de azúcar. 

    Ello sin contar con inyecciones económicas a otras industrias agrícolas que han fracasado.

      El Representante Jorge Alfredo Rivera Segarra (PPD), quien dirige la Comisión de Agricultura de la Cámara, ha dado la voz de alerta sobre el desastre, pero con las manos atadas, no es mucho más lo que puede hacer.  ¿Por qué no se trata con el mal de fondo y sí con los síntomas?  Se sigue emparchando hasta que se provoca la implosión de sectores agrícolas y de muchas otras industrias manufactureras.  

    La situación colonial es el problema, pero a eso y a las prácticas injustas que se dan dentro de ésta relación entre Puerto Rico y EEUU, nuestro gobierno no se atreve tocarlo ni con un palo de garrocha.