jueves, 11 de enero de 2024

MOMENTOS MUY ESPECIALES COMENZANDO EL 2024

     Hacía un tiempo que veníamos planificando la visita, pero no fue hasta  el pasado martes que lo logramos.  Te había conocido desde 
Rafael Sotomayor y yo
que eras niño, en la Iglesia El Faro a la cual asistían tus padres y hermanos, en la Vega de Puíg del pueblo de Adjuntas.  
  Fuiste desarrollándote como percusionista y luego, dejé de verte.  Supe que te habías retirado a estudiar el libro sagrado y en par de ocasiones, tuvimos la oportunidad de dialogar sobre la perspectiva que venías adquiriendo.  Llevas un tiempo escribiendo y publicando en 'feisbuc' bajo el título de Arca Segura.  Fue precisamente algo que escribiste recientemente o mas bien, el estado de ánimo que me pareció captar detrás de lo que expresaste, lo que motivo la invitación que se materializó esta semana.
     Estoy terminando de escribir un libro sobre Hacienda Luz de Luna, nuestro hogar durante casi medio siglo, siendo mi objetivo presentar los datos históricos que he logrado recopilar sobre la misma, asi como sus estructuras, proyectos agrícolas, anécdotas, experiencias, eventos y una selección de arte, escritos y fotos familiares.  En cierto modo, es una presentación caleidoscópica de mi existencia y el paso de batón del legado que he creado.
     En ese inventario de vida hay dos libros;  La libertad tiene precio (1997) y Caminos de Libertad (2021).  Tanto el tema de las libertades, como derechos humanos, asi como el que comprende la capacidad de elegir, han captado mi atención durante muchos años.   En ambos libros trato los dos aspectos antes  mencionados.   En el último, hice un recuento de los factores a los cuales le atribuyo nuestras respuestas inadecuadas ante la realidad doliente que hemos vivido los puertorriqueños durante los pasados cuatro años.  Hay mucho cinismo, lamento, crítica, verguenza y escapismo.  Concluyo que resulta necesario desarrollar mecanismos efectivos, tanto a nivel individual, como colectivo para superar tantos escollos, ya que de otra manera quedamos atrapados en una madeja de negativismo y malestar que compromete nuestra libertad.  
      Propuse una solución que, en los dos años y medio transcurridos desde su publicación hasta el presente, me había dejado un sentido de desproporcionalidad: un mal multifacético y colectivo que se nos opone como pueblo, frente a una solución personal que debemos accionar en nuestro diario vivir.  Había concluído que nuestra respuesta no podía darse en el mismo plano en que acontecen los ataques que esparcen el mal entre nosotros; que nuestra respuesta era necesariamente en el campo espiritual, no en un sentido religioso-litúrgico.  "Apliquemos la libertad, dirigida por la ética y la moral para hacer el bien y celebrar nuestros pequeños logros."  No obstante, me sentía incómodo e insatisfecho con esa respuesta. 
       La conversación con Rafa me ayudó a integrar dos aspectos importantísimos que contribuyen a completar la idea y eliminar la incomodidad.  Ese bien que debo hacer tiene un contenido,  la justicia.  Debo aprender a aplicarla continuamente en las circunstancias y decisiones diarias, y estar atento a que al 
Cruz, Varela y Vivoni ayer    
hacerlo, redunde en bienestar.  Si no tiene ese resultado es que estoy siendo injusto, pudiese ser hasta conmigo.  Aplicar la justicia no es causa de malestar, sino todo lo contrario.  Mi equivocada aspiración era pretender que todos fuesen receptivos y modificasen su comportamiento.  Ese resultado no me corresponde.  Está más alla de mi persona y contiene un elemento del ejercicio de la libertad que tiene el receptor de aceptarla o no.   Me corresponde, tan sólo, el exponerla y accionarla y en ello debo ser intencional, porque no se o debo aspirar a saber, quien es receptivo y quien no.  
       No puedo concluir, sin destacar, que ayer miércoles tuve la oportunidad de exponer, un tanto escuetamente y por primera vez estos pensamientos ante un grupo de contemporaneos en la SIGMA de Hato Rey.  Doy gracias a Pepe Varela y a Juan F. Cruz Torres por la oportunidad.
      Finalizo reiterando mi agradecimiento a Rafa y reconociendo el bien que nos hacemos al apoyarnos, que tan sólo nos corresponde sembrar la buena semilla y hacerlo, como el agricultor; con esperanza, fe, paciencia y disciplina.   En ello nos ayuda DIos.