Antes se decía que por un pelo del bigote contrataban
entre sí los caballeros. No es algo tan
remoto. Escuché mencionar ese dicho por algunos de aquella generación; mis
abuelos y sus pares.
Hoy Puerto Rico vive en medio de una hecatombe;
un desastre compuesto por engaños, falsedades e incautación de los recursos y
las riquezas del Pueblo por los emporios económicos estadounidenses, por nuestros
gobernantes y sus allegados. La inmoralidad
y la impunidad son rampantes, unidas a la desfachatez cínica y la apariencia de
honorabilidad.
¿Será posible que todo esto sea una cortina de
humo para ocultar otros objetivos? Qué ésta
melcocha política: la falta de cordura, la ridiculez y las payasadas de los
candidatos bipartitas, así como la presencia de la junta de control fiscal y su
modus operandi sean elementos para disfrazar lo que verdaderamente sucede. Todos estos eventos encrespan nuestro
fanatismo y nos alientan a enarbolar banderas. Aflora la queja, la protesta, el cinismo y la
decepción. Estamos atrapados en las
redes de la impotencia y en medio de un entorno de antagonismos entre nosotros
mismos. ¡Cuán convenientes resultan estas circunstancias para desarticular y camuflajear!
¿Quiénes son los beneficiarios de todo esto? Podemos razonablemente concluir que tiene que
existir un gran interés económico que procura obtener ganancias de estos desaciertos.
Mucho más, cuando miramos a otros pueblos
hispanoamericanos y vemos que está sucediendo lo mismo.
Dicho lo anterior, la gran pregunta es: ¿Cómo
retomamos el país? ¿De qué manera los
ciudadanos logramos recuperar la sensatez, la honestidad, el bienestar, la
justicia y la paz que queremos que impere en Puerto Rico?
A nivel individual, podemos romper el círculo
vicioso del lamento, el malestar y la parálisis que éste genera. Podemos
concentrarnos en el bien hacer; aunque se caiga el mundo a nuestro alrededor. Podemos usar recursos legales para ponerle
coto a la
corrupción y exigirle responsabilidad a quienes nos han
traicionado. Un cuarto paso es votar en
las elecciones que se aproximan por las mejores personas; no por los menos
malos o por los partidos que han sido responsables del actual desgaste moral. Desliguémonos también de esa malsana política
estadounidense. Si lo hacemos, y le pedimos a Dios que nos ayude en este esfuerzo
individual; sin duda habremos comenzado el camino de la recuperación. ________________________________________________
Publicada versión acortada el 13 de dic. 2019 El Nuevo Día en Perspectiva.