Son muchos los años andados en pos de la justicia, la
integridad, el respeto y la libertad. Se
han convertido en caminos, aquellos trillos que fueron abiertos con sacrificio
y valor. Su discurrir asciende hasta las
montañas y se extiende más allá de la mar. Las pocas voces se han convertido en clamor humano que no será
silenciado hasta alcanzar su objetivo.
Mi Tierra es asediada por explotadores
públicos que responden a la codicia; gente corrompida que se lucra en medio de
la ventajería, tras prevalecer... prometiendo falsedades. Ya es sabido; se ha descubierto, compartido, protestado y gritado desde las
mil trincheras cavadas en los cafetines, los colmados, en los
‘moles’, las plazas y los parques…dondequiera que hay vidas.
¿Qué nos queda por hacer? ¿Qué curso
tomamos? No podemos quedarnos de brazos cruzados. Hay que superar las frustraciones, los
lamentos y la vergüenza para abrir el espacio que requieren las soluciones. Sólo así ganará la justicia, la integridad,
el respeto y la libertad que proclamamos.