Aquel sábado en la tarde
lloviznaba. Habíamos pospuesto tantas
veces la visita, que de cualquier manera iríamos, aunque ello significase
renunciar a una siesta bajo el sonoro techo del cinc de nuestra casa de cien años
en Yahuecas. Serpenteamos
por una carretera estrecha y jaldosa, entre pomarrosos, yagrumos y bruscales y
cruzamos el pueblito de Castañer. Allí
la tierra es violetacea y acuna cafetales, plantaciones de chinas y guineales. En esta zona, las personas son diferentes a
la de las ciudades: exhiben lo que se puede identificar con nuestras
raíces. Lo jíbaro está por encimita y a
la vez, tan profundamente arraigado.
Luchy
y yo nos dirigimos a casa de unos amigos en las márgenes del Lago Guayo. Pasamos por un sendero bordeado de
miramelindas y palmas de helecho. Había
varias quebradas hinchadas y al llegar está cayendo un tremendo aguacero. Arturo nos recibe con un super paraguas: “¡Que
servicio de valé parquin del Caribe Hilton ni ocho cuartos!”, nos
dice al abrir la puerta del carro.
Uno tiene que aclimatarse al lugar;
a la casa y a estos amigos. Es como
hacer embocadura cuando se tiene de frente el plato preferido o el motor que
hay que calentar antes de iniciar la travesía.
Tras el caluroso saludo, respiro el aire húmedo y recreo la vista; nos
ponemos al día en los eventos de las dolamas, de la familia y el trabajo y
después, a hablar de cómo anda el país.
Jeannette y Luchy se han ido a fiebrar con las cuentas y
los collares y dialogan sobre mil temas que la mayoría de las veces se escucha
como un murmullo, así que vamos a lo que nos gusta.Hace unos añitos; con los Palacios |
“Arturo, si uno vive en una isla
que tiene limitado su acceso a los productos del exterior; que el 80% de lo que
consume lo importa; que es un mercado cautivo, el quinto de los Estados Unidos
en el ámbito mundial; que no cuenta con los poderes para impedir la competencia
y proteger lo poco que hacemos; que en 40 años se han cerrado cientos de
fábricas y abierto decenas de centros comerciales...” (De momento pienso en el
significado que tiene la concentración de gente en los ‘chopins’: que
nos hemos movido de producir a consumir).
Y prosigo; “¿tú sabes qué es lo que se mueve hoy en día? Lo que tiene que ver con el financiamiento y
con la construcción de casas y con la compra, servicio y reparación de
autos. Fuera de eso, no hay más
nada. ¿Y sabes por qué estamos así? No es por mera casualidad...” Seguí
elaborando, pero me percato que ese no es el enfoque que debemos seguir y
probablemente, aquella tarde Arturo y yo hablamos de otro montón de cosas. Lo cierto es que debimos haber conversado
desde otra perspectiva. Después de
todo, ese discurso medio intelectualoide que apoya la ausencia de salidas, que
habla de encerronas y de los ‘no se puede’ nos va conduciendo a la tristeza, a
la frustración individual y colectiva: es uno que mata la iniciativa, la
alegría y la esperanza. El alma termina
enfermándose de pesares.
Y viene al caso las expresiones de la
sicóloga social, Mercedes Rodríguez cuando
optó por renunciar de Notiuno y
Teleonce. De seguro que no lo dijo así,
pero le parafraseo: “esto de estar usando la radio y la televisión para
machacar la violencia, la confrontación y la agresividad para ganar ‘reitin’
le hace mucho daño a la gente”. Estoy
con usted, Doña Merce. No podemos seguir
sordos, ciegos y mudos y permitir que se mantengan abiertas esas puertas,
disque para garantizar la libertad de prensa y de expresión y en ello darle
cabida a to’ese macabrismo y mercantilismo de algunos medios con la tragedia
humana. Lo que antes era cafrería, no le
llega a los tobillos a lo que hoy estamos viendo.
Tomándome un cafecito con Mercedes Rodríguez |
¿Sabes que tú y yo somos los
portadores de la conciencia individual de Puerto Rico? Que uno de nuestros primeros deberes es
cuidarnos y protegernos de estos ataques; que hay que sacar la cara y tirar al
zafacón toda esta poca vergüenza. Lo triste, como decía mi abuela, es que lo
malo es lo que se pega y cuando venimos a abrir los ojos, estamos contagiaos
utilizando el mismo idioma. Así que la
limpieza comienza por la propia casa.
Si hasta ahora hemos permitido que
esta mentalidad entorpezca nuestro desarrollo, cambiémosla. A cada uno le corresponde marchar hacia
adelante, con optimismo. La necesidad es
la madre de la invención, así que comencemos a inventar; ya es tiempo de romper
con los moldes derrotistas. Alguien dijo
en una ocasión que nuestro mayor recurso es la gente. Yo creo que existe una enorme riqueza en una
mente positiva; en un espíritu combativo y entusiasta frente a las
limitaciones; que ve en los obstáculos, oportunidades.
El ingeniero
Alexis Massol y el proyecto de auto gestión, ‘Casa Pueblo’ en Adjuntas es un
ejemplo de lo que con amor y tesón puede lograrse. Tras muchos años de lucha y duro trabajo,
quedó enterrada para siempre la posibilidad de una explotación minera en esta
zona montañosa. Ahora toda el área ha
sido designada como un bosque nacional. Hace un tiempo, este puertorriqueño
cosechó el reconocimiento internacional por su gesta. ¡Ven que sí se puede!
En el
corazón de la Isla, en estas montañas, surgen cosas que vale la pena
compartir. Aquí hay buen terreno y buena
madera. En el corazón de cada uno de nosotros, hay mucho de valor que falta por
realizar. Atrevámonos a soñar y a
convertir los sueños en realidades.
El sol ha caído tras los cerros que
circundan el lago. Algunas garzas cruzan de un lado a otro. La brisa nocturna hace hondas sobre el agua
ennegrecida y la tórtola irrumpe el silencio con sus últimos arrullos. El frío es agradable y nos abrigamos. La luna
alumbra con destellos plateados las hojas humedecidas del platanar. Este es un
paraíso desconocido para muchos; pero está aquí presente; a muy poca distancia
de los más lejanos.
Nos
despedimos y regresamos a casa con agradecimiento. Sabemos que sólo hay Uno de quien provienen
los buenos pensamientos y estamos seguros que con Su ayuda todos saldremos
adelante.
Escrito es del 31 de marzo de 2006. Hace más de trece años.