jueves, 30 de mayo de 2024

¿QUIÉN ES NUESTRO VERDADERO ENEMIGO?

      Estoy trabajando en la finca.   Esa labor física me mantiene en forma, pero además me brinda la oportunidad de pensar, ‘darle casco’ a los temas que revolotean en mi mente.  Tal vez, porque en estos días me he concentrado en la situación del café puertorriqueño y porque precisamente estoy realizando las labores del día en el cafetal, reflexiono.
    A esta edad Luchy y yo estamos en el proceso de adquirir maquinaria para elaborar nuestro propio café.  (Ya cumplimos 50 años de casados.)  Hace tiempo comprendí que poseer el control de la mayor cantidad de las etapas del procesamiento de la producción agrícola, desde el cultivo hasta la mesa, nos brinda ciertas ventajas.  Creo que los economistas le llaman a eso, valor añadido. Lo hicimos con la cidra, el limón y los plátanos.  Me da con pensar en nuestros torrefactores.  Los que comenzaron a hacer lo mismo, elaboraron su propio café para venderlo en harina y les fue tan bien, que comenzaron a comprarle la producción del grano a sus vecinos y llegaron a extenderse hasta donde pudieron.  En un momento dado se enfrentaron con la siguiente realidad: cada vez menos obreros agrícolas, menos producción de café y menos cogedores.  ¿Qué hacer?   Las alternativas existentes eran cerrar, disminuir la producción o comprar el café importado que adquiere y vende el gobierno para suplir el gusto del puertorriqueño de consumirlo.   Las respuestas cubrieron el abanico de opciones.
    ¿Culpables?   ¡Ninguno y todos!   ¿Comprensible?  ¡Cada caso!  ¿Consecuencias de un desenfoque?   ¡Ciertamente!  ¿Ausencia de un fundamento, de una ética y de ser responsables con las consecuencias, los efectos y la trascendencia que ello tuvo en el rumbo que le dimos al país?   ¡Todos los anteriores!
    La pregunta entonces es: ¿Qué hacemos?  ¿Echarnos culpas?   Es lo que todos, casi siempre hemos hecho.  Los que se quitaron, a los que se quedaron y estos últimos a los que se desarrollaron.  Los tres anteriores, al gobierno y el gobernante de turno, al que estuvo antes.
    Creo que ya es tiempo de amarrarnos los pantalones (y las faldas) asumir responsabilidad ante el presente y sentarnos ‘todos los culpables’, a dialogar, encontrar, proponer y accionar soluciones.   Si no lo hacemos, seguiremos siendo nuestros peores enemigos.  ¿Cómo la hacemos?   ¡Comenzando!