¡Hay que cambiar el enfoque, la óptica, la perspectiva!
¡Demasiados años patinando en el mismo sitio!
¡Frustraciones, desahogos, corajes, cinismos, quejas y tiraeras! Son respuestas emocionales para sacarnos del sistema el malestar que genera el no haber logrado lo que consideramos más beneficioso para el país. Un momento sobresaliente ocurre cada cuatro años, cuando se llevan a cabo las elecciones generales en Puerto Rico.
¡Politiqueamos todo el año! Nuestra sangre tropical caribeña es caliente y somos cultural y agitadamente fanáticos de lo puertorriqueño: en el deporte, certámenes de belleza, el arte, la música, el chinchorreo y el partidismo. Además, producto de nuestra baja autoestima colectiva, está siempre presente la necesidad de reafirmarnos y destacarnos. El mejoramiento del país ha ido en reversa. Hemos decrecido en: valores, educación, salud y economía, en casi todo lo que constituye una buena calidad de vida.
Sea cierto lo antes expresado o se trate de mi percepción, de continuar haciendo lo que hemos hecho hasta ahora, no vamos a obtener resultados distintos. Lo dijo el genio de la física, Albert Einstein: "La locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes."
Entonces: ¿Cuál sería esa nueva manera de ver las cosas y lograr cambios? En lugar de invertir tanta energía en acusar y lamentar, comencemos a promover el bienestar, señalémoslo, compartámoslo, eduquémonos en el proceso y caminemos en pos de su realización. Hay que expresarlo sin corajes y con valor… aunque nos cueste. Se requiereanalizar nuestras realidades, sin arrimar la brasa a nuestro sartén
ideológico-partidista. Eso también nos va a costar. Propongamos soluciones que sean el resultado de un diálogo creativo y constructivo, esto es, el que se deriva de un proceso donde escuchamos y aprendamos de la percepción de los demás, en lugar de estar prestos a defender ‘mi’ apreciación del problema y ‘mi’ solución al mismo. ¡No se trata de discutir o de carearnos! El actual momento puede considerarse como la ocasión para reorganizar los partidos y crear expectativas con miras a las elecciones del 2028; de establecer estrategias para fiscalizar y si posible, destronar el gobierno de turno. Así se ha hecho casi siempre.
Demos un ejemplo de la perspectiva que planteamos. Apliquémosla al caso de la educación, en particular, a la pública. ¿Requiere mejoras? ¡Muchas! ¿Cuáles son las propuestas? De la misma manera que se invita a una protesta, se hace para un diálogo sobre el tema. Convocan los interesados. Asisten todos los que consideran que pueden aportar ideas y aprender de las que sugieran los demás. Se llega a un consenso y se le comunica a la prensa, al público en general a través de medios como este y a los gobernantes. Con el mismo fervor y entusiasmo que los partidos, los políticos y muchos ciudadanos… artistas, deportistas, cantantes y organizaciones lo hacen en la campaña electoral, se haría para propulsar las propuestas hechas para mejorar la enseñanza pública.
Se dialoga con los funcionarios gubernamentales concernidos y en conjunto, se fijan términos para que se lleven a cabo. Se genera un reclamo, a nivel del pueblo, para que el gobierno implemente las mismas. Se da seguimiento continuo hasta que entren en vigor. Ello es aplicable a las distintas situaciones, como lo sería, entre otras: la agricultura, la salud, la industria, el servicio público (judicatura, legislatura, gobernación, las agencias administrativas) y el sistema electoral.
¿Y qué hacemos con las promesas y buenas medidas propuestas por el gobierno? Lo mismo. ¿Y con las malas decisiones y la corrupción? ¡Igual!
En todo, respeto, firmeza y perseverancia para corregirlas.
Los próximos cuatro años son de mucho trabajo productivo, al final de los cuales, sin mucha campaña y energía, el pueblo sabrá por quienes votar.