El Huracán María nos permitió ver otro Puerto
Rico; uno que tal vez habíamos elegido ignorar.
Algo paralelo está ocurriendo en nuestra política. Desde los arrestos y
convicciones de funcionarios gubernamentales durante la administración de
Rosselló padre, no habíamos experimentado la epidemia de ineptitud y
desfachatez entre quienes tienen el deber constitucional de servirle al
país. El pasado verano, un pueblo
indignado forzó la renuncia del gobernante. La desestabilización momentánea que ello generó, creó una pugna
intestina en el Partido Nuevo Progresista.
Tras la fallida pirueta del licenciado Pedro Pierluisi, gobernador
durante nueve días; juramentó como primera mandataria la Secretaria de
Justicia; la ahora gobernadora Wanda Vázquez Garced. Comenzó su término prometiendo un nuevo
estilo de hacer las cosas. De buena fe
algunos le creyeron. La novedad de los
eventos permeó el ambiente y tranquilizó al pueblo. Sólo se trató de un breve, pero necesario
respiro que dio paso a la prolongación de lo que antes era. Estamos ante la
magnitud del desastre existente dentro del PNP.
Los recientes movimientos políticos y sociales
acaecidos en Ecuador y Bolivia; sumado a la investigación encaminada hacia el
residenciamiento del presidente Trump en Estados Unidos, enmarcan el momento en
que se celebra una votación especial para elegir, dentro del PNP, a quienes
ocuparán dos vacantes en el Senado de Puerto Rico. Los candidatos elegidos estuvieron envueltos
en escándalos; uno apresado y encontrado culpable dos veces por un jurado
federal y el otro, participante del ofensivo ‘chat‘ que provocó la marcha de
más de 500,000 puertorriqueños y desembocó en la dimisión de Ricardo
Roselló. Esta elección, junto a lo que sucede internacionalmente son varios de los múltiples eslabones en la cadena de desvergüenzas que vuelven a generar,
frustración y coraje.
¿Hacia dónde vamos? ¿Qué es lo que tiene que cambiar?
¿Surgirá en las próximas elecciones un gobierno cuyo estilo sea el que la
mayoría del pueblo reclama? Estamos inmersos en un proceso en el cual sólo vemos
los síntomas. Nuestras expectativas partidistas no van a resolver los efectos
que el neoliberalismo tiene sobre el pueblo de Puerto Rico; eso es
particularmente cierto si realizamos que esa es la visión que adelanta la Junta
de Control Fiscal.
Si no adquirimos
consciencia, no podremos conocer e identificarnos con el nuevo paradigma mundial y seguiremos con
nuestras apasionadas y pequeñas luchas entre puertorriqueños.
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El Huracán María nos permitió ver otro Puerto
Rico; uno que tal vez habíamos elegido ignorar.
Algo paralelo está ocurriendo en nuestra política. Desde los arrestos y
convicciones de funcionarios gubernamentales durante la administración de
Rosselló padre, no habíamos experimentado la epidemia de ineptitud y
desfachatez entre quienes tienen el deber constitucional de servirle al
país. El pasado verano, un pueblo
indignado forzó la renuncia del gobernante. La desestabilización momentánea que ello generó, creó una pugna
intestina en el Partido Nuevo Progresista.
Tras la fallida pirueta del licenciado Pedro Pierluisi, gobernador
durante nueve días; juramentó como primera mandataria la Secretaria de
Justicia; la ahora gobernadora Wanda Vázquez Garced. Comenzó su término prometiendo un nuevo
estilo de hacer las cosas. De buena fe
algunos le creyeron. La novedad de los
eventos permeó el ambiente y tranquilizó al pueblo. Sólo se trató de un breve, pero necesario
respiro que dio paso a la prolongación de lo que antes era. Estamos ante la
magnitud del desastre existente dentro del PNP.
Los recientes movimientos políticos y sociales
acaecidos en Ecuador y Bolivia; sumado a la investigación encaminada hacia el
residenciamiento del presidente Trump en Estados Unidos, enmarcan el momento en
que se celebra una votación especial para elegir, dentro del PNP, a quienes
ocuparán dos vacantes en el Senado de Puerto Rico. Los candidatos elegidos estuvieron envueltos
en escándalos; uno apresado y encontrado culpable dos veces por un jurado
federal y el otro, participante del ofensivo ‘chat‘ que provocó la marcha de
más de 500,000 puertorriqueños y desembocó en la dimisión de Ricardo
Roselló. Esta elección, junto a lo que sucede internacionalmente son varios de los múltiples eslabones en la cadena de desvergüenzas que vuelven a generar,
frustración y coraje.
¿Hacia dónde vamos? ¿Qué es lo que tiene que cambiar?
¿Surgirá en las próximas elecciones un gobierno cuyo estilo sea el que la
mayoría del pueblo reclama? Estamos inmersos en un proceso en el cual sólo vemos
los síntomas. Nuestras expectativas partidistas no van a resolver los efectos
que el neoliberalismo tiene sobre el pueblo de Puerto Rico; eso es
particularmente cierto si realizamos que esa es la visión que adelanta la Junta
de Control Fiscal.
Si no adquirimos
consciencia, no podremos conocer e identificarnos con el nuevo paradigma mundial y seguiremos con
nuestras apasionadas y pequeñas luchas entre puertorriqueños.
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VERSION ACORTADA TRADUCIDA AL INGLÉS
Hurricane Maria allowed us to see another Puerto Rico; Maybe one we had chosen to ignore. Something parallel occurs in politics. Since the arrests and convictions of government officials during the administration of Pedro Rosselló, we had not experienced such an epidemic of ineptitude and injustice among those who have the duty to serve our people. Last summer, an indignant march of over 500,000 forced governor Ricardo Rosselló's resignation. The momentary destabilization generated, created an internal conflict in the PNP (New Progressive Party). After a failed pirouette by Mr. Pedro Pierluisi, governor for nine days; the Secretary of Justice Wanda Vázquez Garced was sworn as governess. She began her term promising a new style of handling public affairs. In good faith some believed her. The novelty of the events permeated the atmosphere and calmed the people. It was only a brief, but necessary rest that gave way to prolonging what used to be. We are discovering the magnitude of the disasters within the PNP.
The recent social movements in Ecuador and Bolivia; In addition to the investigation aimed at the impeachment of President Trump in the United States, frame the moment in which a special election was held in Puerto Rico within the PNP, to elect those who would occupy two vacancies in the Senate of Puerto Rico. Both chosen candidates had been previously involved in scandals; one arrested and twice found guilty by a federal jury and the other, participated in the offensive ‘chat that triggered mass protests and the eventual resignation of‘ the second Rossello governor of the Island. These events have generated again, frustration and unrest.
Where are we going? What do we have to change? Will the style of government that the majority of Puerto Ricans claim, come out of the winning party in the next elections? We are immersed in a process in which we only see the symptoms. Our partisan expectations will not resolve the effects that neoliberalism has on the people. This is particularly true when this worldview is held by the Federal Fiscal Control Board that is governing the Island. If we do not acquire consciousness, we will not be able to know the new world paradigm and we will continue with our passionate and small struggles amongst Puerto Ricans.
Edric E. Vivoni Farage |
The recent social movements in Ecuador and Bolivia; In addition to the investigation aimed at the impeachment of President Trump in the United States, frame the moment in which a special election was held in Puerto Rico within the PNP, to elect those who would occupy two vacancies in the Senate of Puerto Rico. Both chosen candidates had been previously involved in scandals; one arrested and twice found guilty by a federal jury and the other, participated in the offensive ‘chat that triggered mass protests and the eventual resignation of‘ the second Rossello governor of the Island. These events have generated again, frustration and unrest.
Where are we going? What do we have to change? Will the style of government that the majority of Puerto Ricans claim, come out of the winning party in the next elections? We are immersed in a process in which we only see the symptoms. Our partisan expectations will not resolve the effects that neoliberalism has on the people. This is particularly true when this worldview is held by the Federal Fiscal Control Board that is governing the Island. If we do not acquire consciousness, we will not be able to know the new world paradigm and we will continue with our passionate and small struggles amongst Puerto Ricans.