domingo, 29 de septiembre de 2024

¿A dónde hemos llegado?

    La foto que incluyo con este escrito, lamentable-
mente representa el nivel de desvergüen- za, falta de respeto y total desenfoque en la manera de hacer política partidista en el país.  No es solamente el giro malsano que consiste en dejar a un lado las ideas y las soluciones que un aspirante a ser electo puede aportar para solucionar la grave situación por la cual atravesamos los puertorriqueños. Hace muchas elecciones que los partidos y sus candidatos optaron por hacer campañas comercializadas: fotos retocadas, colores y frases pegajosas, como en las etiquetas de los productos envasados, destinadas a ser fijadas en los postes y andamios contiguos a las calles y carreteras.  A ello hay que sumarle las estridentes cancioncitas que emanan de unas gigantescas bocinas enganchadas en camionetas que generalmente están revestidas de los mismos carteles, y el evento culminante; el candidato montado en una improvisada plataforma desde la cual saluda, con aire triunfalista a sus seguidores y a cuántos se encuentran en el camino.  Al igual que una campaña publicitaria, hay oferta de premios para atraer a los clientes: neveras, aires acondicionados, materiales de construcción y asfaltación.   ¡Y muchas promesas!
    Como regla general, no se sabe nada de su capacidad, su vocación y compromiso para servirle al pueblo o sus ideas.
    Lo antes dicho, criticable como es, se queda chiquito ante, “Todo el mundo bellaqueando”, desplegada en una enorme pantalla, a todo lo ancho de la plataforma en la Asamblea de Delegados del PNP, celebrada el pasado domingo 22 de septiembre en el Coliseo José Miguel Agrelot.  Allí estaba la cúpula del partido y era la ocasión culminante para presentar sus propuestas sobre cómo van a gobernarnos de resultar electos; unos 350 aspectos escritos, bajo 10 puntos de alto interés.  ¿Cómo reconciliar la seriedad e importancia de lo último, con lo ocurrido?
    Desde el baile de la Macareno, hemos llegado al ambiente de perreo que hubo en esa asamblea, y a esto.  No podemos echarlo a chiste y tampoco adaptarnos, como lo hemos hecho hasta ahora, a una manera poco seria y más bien superficial y chabacana de tratar la gobernanza del país y a la ciudadanía.  No lo permitamos.

sábado, 7 de septiembre de 2024

DE NUEVO EN EL PROCESO ELECTORAL... 2024

      Digamos que sí, soy de la vieja guardia.  Mi primer voto fue en las elecciones del 1968 y lo hice por un solo partido.  Más adelante me volví a inscribir, ya que me abstuve de votar durante las siguientes cinco elecciones.  En lo sucesivo, mi voto ha sido por candidaturas.   He ‘ganado’ y ‘perdido’, pero lo cierto es que desde hace bastante tiempo, todos los puertorriqueños hemos estado perdiendo. 

    Al país se le ha dado un rumbo lamentable, en el cual la desfachatez, la desvergüenza, el engaño y la corrupción se practican abiertamente y no tienen consecuencias, ni siquiera, proporcionales a los daños que ocasionan.  El cerco de la colonia, hoy, es más abarcador.  Fueron los propios gobernantes puertorriqueños, quienes por razones económicas, optaron por solicitar una Junta de Control Fiscal del Congreso de los EEUU.  A ellos les entregaron el mando absoluto del país.  Otros han privatizado nuestros servicios públicos, aeropuerto y autopistas y se han beneficiado económicamente de ello.  Alcaldes y legisladores que han robado y han sido convictos se convierten en ‘influencers’ mediáticos.  Se han mal administrado y apropiado fondos de emergencia que estaban destinados para atender los desastres naturales que nos han acontecido. 

La comisaría residente, posición que existe en el Congreso para proteger nuestros intereses, públicamente se declara aliada de ellos “para estar en la misma página” y opta por recibir reconocimientos y fondos, precisamente de quienes debería defendernos.             

¿Y el poder?  Un gobernante se vio precisado a renunciar por su prepotencia y mofa hacia los puertorriqueños; otro usurpó el puesto de gobernador durante nueve días y otros políticos y administradores lo usan, desde sus posiciones, para protegerse, obtener privilegios y cubrir sus acciones ilegales e inmorales.      

Mientras todo esto acontece, el país sigue barranca abajo.  Nuestra calidad de vida ha empobrecido: más de medio millón de puertorriqueños ha abandonado la Isla y las generaciones emergentes viven lo más lejos posible de esta debacle y más cercanos a procurar el bienestar de su círculo familiar inmediato. 

¿Qué podemos hacer?  No es mucho, pero definitivamente, la tristeza y el coraje que ello provoca hay que superarlo.  No basta con la queja.  Hay que sacar del panorama a la mayor cantidad de los responsables de nuestros males.  Si los tribunales y las cámaras legislativas se han hecho de la vista larga, si se han convertido en cómplices por inacción, nos corresponde asumir el rol de jueces y aplicar el castigo que se merecen. 

¿Cuándo y dónde?  El día de las elecciones y en la caseta de votación.  Podemos creer que es poco y lo es, pero tenemos que comenzar por algún lugar y ese será nuestro momento.  Tenemos un arma con una sola bala.  Asegurémonos de usarla para eliminar del panorama a los malhechores y luego, mantengámonos vigilantes para que no se traquetee con el proceso electoral.  No hay de otra.  ¡Venceremos!  Esa es mi esperanza.