miércoles, 13 de julio de 2011

Que rayito de sol más caliente éste

              No salí en una jaquita baya, pero en el 74 tenía la ilusión de convertirme en jíbaro.  Algo que de por sí constituía una hazaña, lo era aún más para aquel otrora pelirubio, de ojos claros y piel rojiza.  Pa’ completar, viviendo en el Viejo  San Juan me confundían con un gringo, y con cierta frecuencia me hablaban en el difícil.  De todos modos, me aferré a la idea, y en esa quimera me establecí en el Barrio Yahuecas de Adjuntas.  
          A veces los estereotipos pueden alentar o entorpecer.  Mi concepto original sobre el jíbaro era el de una persona que residía en el interior de la Isla, montaña adentro, en ‘una linda cabaña’, con una manera muy particular de hablar, dedicada al quehacer agrícola, con la piel curtida por el sol y el sereno, de pelo negro lacio y tez aceitunada.  Con esos criterios, difícil tarea era aquella que me esperaba.

          La curiosidad mató al gato, pero en mi caso, me llevó a recorrer las vereditas y las casitas en sus terminales, a conocer la gente que las habitaba y su modo de ‘dicil laj cosaj’, y de ‘vivil’.  Al poco tiempo estaba escribiendo sobre ello en la ‘revista’ El Guaraguao en una columna que titulé, Desde el Batey.  Fui descubriendo que ser jíbaro comprendía toda una manera de ser, que trascendía las apariencias...y para mi agrado, que también los había coloraos y de ojos azules.  Me había tan sólo fijado en lo de afuera y aún en eso me había ‘equivocao’.  ¡Qué bueno!

           Audeliz Ruiz Díaz trabaja en la hacienda hace casi diez años.   Tan sólo tiene un primer grado de escuela, pero con él aprendí a
Audeliz Ruiz Diaz  'Longo'
jalar machete.  No es tan sencillo, ‘tiene su vuelta y hay que cogerle el golpe’.  (Cuando me quiero ejercitar, saco medio día para ello.)   En una ocasión, ambos ‘le metimos mano a una pieza de gramalota’.  Eran casi las once y teníamos las camisas enchumbás en sudor.  Fue cuando escuché aquella frase tan particular: ‘que rayito de sol más caliente éste’.  Aquello retumbó, como lo hace el cantío de un gallo bien castao, cuando to’está en silencio en la madrugá.   Esa manera tan extraordinaria de expresarlo se quedó prendá en las entretelas de mi alma.
          Cuando hará unos 60 años trajeron a los bosques de la montaña los árboles de ‘blue mahogany’, al jíbaro le resultó muy complicá la ‘prenunciación’, y lo bautizó como majó.  Lo mismo sucedió antes con la china ‘Washington navel’ , cuyo apócope boricua es nebo, y hay quien remonta su ingeniosidad a llamarle maón, a aquellos primeros ‘overoles’ marca Mahon.
¿Qué usamos lo de jíbaro pa’referirnos al tímido y carente de roce social?  Algunos lo hacen.  Yo prefiero usarlo pa’honrar a esos hombres sobre cuyas raíces está afincá nuestra patria.        
       


RAYITO

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Edric EVivoni Farage. No salí en una jaquita baya, pero en el 74 tenía la ilusión de convertirme en jíbaro. Algo que de por sí constituía una hazaña, ..          

5 comentarios:

  1. Edric... gracias por enviarme este escrito tuyo. Lo he disfrutado de verdad. Y gracias tambien por sacar de tu tiempo para escribir de los jibaros verdaderos.....

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  2. Edric:

    Sencillo, pero que profundidad de sentimiento lograste acomodare entrelíneas.

    Saludos desde Matthews, NC.

    Rolando Thillet

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  3. Gracias, Vivoni Por la hermosa estadía en un domingo inolvidable y culminarlo leyendo este hermoso escrito!!

    Angel de Larix

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  4. Muchas gracias!!! fue una experiencia UNICA!!!! mucho exito siempre!!!!

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  5. Edric en relación a la historia Que rayito...
    La historias y los versos más hermosos son aquellos que salen de lo más profundo de nuestro ser y son narrados con el alma. La frase del jibaro(Que rayito de sol...) toco tu alma jibara tambien,y desnudo tu ser interior al sueño que buscabas. El Guaraguao surco los cielos. Es una historia narrada en forma sencilla pero profunda. Te felicito por la trilogia que habita en ti.

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