miércoles, 9 de mayo de 2012

Los vericuetos de una sencillez


(He dejado pasar casi un mes desde que aconteció éste evento.
No quise contaminarlo...mucho,  con aquello que provocó un
aumento considerable en mi pigmentación roja)



Colorao como un tomate
    Ya todos en la administración de nuestra empresa lo han intentado.  Llamadas telefónicas, cartas y visitas a la oficina gubernamental.  Ha transcurrido un año y no es posible que añadirle un nombre al permiso de uso requiera de toda esta inversión de tiempo.  Me lamento de la ineficiencia y como último recurso, pido el expediente y salgo raudo y resuelto hacia Ponce.  ‘¿Cómo es posible que ésta sencillez no se haya resuelto?’
    Llego, me anoto y tan pronto explico me refieren a la oficina del director.  No está la secretaria, tampoco el caballero; pero al voltearme para salir, casi tropiezo con alguien que habla a través del celular...es el jefe.  Muy amablemente me pasa de una oficina a otra buscando donde sentarnos y finalmente, terminamos donde comenzamos; en la de él.  Le explico, le muestro copia de dos cartas que le habíamos enviado y le indico que el asunto me parece bastante sencillo. Casi me regaña porque hace unos días él le había informado a alguien de nuestra oficina lo que había que hacer.  Me pregunta si traje los documentos y le respondo en la afirmativa.  ‘¿Están digitalizados?’  Le respondo en la negativa.  (Ni siquiera entiendo muy bien lo que eso significa.)  Me dice, ‘Mire señor,  esto es una sencillez.  Nosotros hemos expedido más de 43mil permisos en lo que va de año.  Hay que ser proactivo, de manera que traiga los documentos digitalizados.’ (La palabrita otra vez y ante mi cándida ignorancia me explica que en cualquier ‘ofis soplay’ hacen el trabajo.)  ‘Una vez tenga el disco lo lleva a la oficina de permisos y paga.’  Son como las 10:30 de la mañana , regreso al ‘palquin’, pago y llego a donde de seguro pueden hacer ese trabajo.  Todo resultó relativamente rápido y me salió en menos de diez pesos.  Regreso al estacionamiento... a la oficina y con el disco, voy a pagaduría a solicitar un comprobante de $100.00.  ’No señor, primero tiene que anotarse.’ A la media hora estoy sentado frente a un terminal de computadora cuyas instrucciones me resultan indescifrables.  No entiendo ni jota.  Me está ’cochiando’ la señora que atiende al público y ocasionalmente, un técnico. Luego de dos horas, finalmente llego a la parte del pago y el programa me pide un número de tarjeta de crédito. Yo lo que tengo es efectivo, pues hace tiempo me convencí que debo mantenerme lejito de esos plásticos monetarios.  ’De ser así’, me sentencian, ‘tiene que venir a la tarde para que llene el formulario a mano.’
     Aprovecho y bajo a una cafetería ambulante, me como dos pastelillos de pollo y subo; ya es la 1:30.  Me he propuesto terminar el proceso y lo voy a lograr.  Saludo a la señora que está al frente le explico y me dice: “Yo estoy aquí sola atendiendo a la gente y no tengo tiempo para llenarle la solicitud a mano.  El técnico está reunido durante la tarde, así que va a tener que venir otro día”.  De ninguna manera.  Echo mano del celular y llamo a Luchy; ella ha ejercitado la libertad de poseer una tarjeta de crédito y ha llegado el momento de beneficiarme de ello.  Le explico y me da el número.  Regreso a la computadora y comienzo de nuevo el proceso.  Ésta vez entiendo la mitad, y como no está el técnico y ahora la señora atiende a otras dos personas que están en terminales contiguos, el proceso se va tornando más tedioso, molestoso...y me estoy impacientando.  ‘Pero si ésta oficina la han hecho para facilitarle al ciudadano el trámite, ¿cómo es posible que yo tenga que hacer el trabajo y además, que resulte tan complicao?  La señora nota mi intranquilidad y aparece el jefe y luego el técnico.  ´Cójalo con calma don.’  ‘Mire señor, esto ya me tiene cansao. Llevo aquí 5 horas y la dichosa máquina me pide un número de tarjeta, se lo doy y no me lo acepta.’
    Me tranquilizo.  Vuelvo al terminal.  Al lado hay una jovencita cuya presencia me está incomodando.  Ella ha podido seguir todo el proceso y sólo ha hecho un par de preguntas. Me arriesgo y le interrogo en cuanto al tiempo que lleva llenando el formulario y me dice; ’un mes’. 
    ’No se preocupe don, no es usted, es que esto no hay quien lo entienda’. 
   ’¿Y cómo es que usted lleva un mes?’        
   ‘Es que he tratado de llenarlo por internet desde mi casa y no he podido.’

(Bueno, al menos no me siento tan solitariamente inepto.)

   El técnico me explica que para poder pagar necesito el ‘pin nomber’ de la tarjeta; tres numeritos que tiene detrás y que lo que yo le estoy dando es el número de la tarjeta .  Llamo a Luchy de nuevo y me brinda la información; pero la tarjeta en lugar de ser de crédito es de débito y por eso la dichosa computadora me ha estado haciendo la vida imposible.  Me dice el que sabe; 'ahora pague diez dólares, yo le apruebo la solicitud y entonces me hace otro pago de noventa'.  [En realidad ya no me interesa entender.]  Son las 5:00 de la tarde y por fin he terminado.  Me voy sin el permiso, pues me informan que va a llegarme por internet en unos días. 
   Salgo por la puerta como alma que lleva...pero regreso y le doy las gracias y las buenas tardes a la señora.  Después de todo, hay que ser proactivo con estas sencilleces. 
   PD. Pasado un mes, ayer por fin se pudo ‘bajar’ el permiso.

6 comentarios:

  1. Como se repite la historia, veo que aun con sistemas mecanizados los procesos en las oficinas de gobierno siguen tan lentos como siempre. Cuando yo ude mi oficina de la calle Concordia a la Mayor tuve que pedir permisos para hacer los arreglos. Pedi toda la documentacion necesaria y lista de los requisitos para permiso de uso. Una vez la remodelacion estuvo terminada avise para la inspeccion.Encontraron varias fallas pero yo le ensanaba al inspector que nada de lo que el pedia estaba en la lista de requisitos que su oficina me habia provisto. La contestacion fue la siguiente, es que depende de la persona que da la informacion algunas de ellas estan mejor entrenadas que otras y casi siempre ocurren estoa problemas. Le pregunte yo y porque no lo corrigen si saben que esto siempre pasa?

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  2. No es nada nuevo; llevo 14 años tratando de resolver un caso en el Dep.de Recursos Naturales y todavía no se resuelve.

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  3. Antes que nada, hay que ser bien soñador: ¿Como crees, campeón del optimismo, que la Burocracia va a permitir que la electrónica acabe con ella?

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    1. Soñar es de los primeros pasos en la ruta hacia la creatividad y los cambios, En cuanto a la burocracia, esos son otros 20 pesos...pero aún eso lo voy a convertir en objeto de una sencillez proactiva y compartirlo con las buenas amistades como la suya.
      El optimista de Yahuecas.

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    2. No es nada nuevo lo que nos cuentas!!me ha pasado a mi y a familiares y a amigos. Esto no se arregla nunca por que no hay orden ni organizacion.

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    3. Ay bendito, por tener los 75 me enviaron unos chavos de un IRÁ en Puerto Rico,más I que tengo que declararlo aunque al final no pague impuestos por lo poco que es. Llevo mes y medio tratando de apuntarme en SURI, que aunque tiene un portal bueno, no es suficiente para un idiota electrónico como yo. Al final de CASI conectarme me dan un teléfono para obtener una contraseña. Llamo todos los días por dos semanas, y si, siempre ocupado. Ni 7na vez me he conectado. Que hacer, ya que vivo en Florida. Pague los impuestos federales hace ms y medio cuando empezó a tratar con Hacienda. Todo facil electrónicamente aca, porque lo hacen tan dificil en PR? Será posible obtener registro en SURI y luego utilizar una fompania para reportar esos ingresos antes de abril 18? Los que leen esto y viven en la isla y tienen experiencia, que creen?

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