jueves, 20 de junio de 2013

¿Y la consciencia? Muy bien, gracias.


El pensamiento y la conducta de los humanos se sostiene sobre valores.  Existe un profundo desgaste y preocupante laxitud en lo que éstos significan.  En la dirección del país se difunde el uso de un lenguaje y una acción consecuente en extremo contradictoria y confusa.  Se anuncia en un mensaje trasmitido al pueblo la disminución en un medio por ciento en el cobro del IVU, cuando la realidad es que se trata de un aumento malabarístico y peor aún, en vías de incrementarse.  El legislador ciudadano es una terminología inconsecuente, porque la realidad es que sigue siendo lo mismo de antes. Se justificó el arrendamiento del aeropuerto para que los bonos del país no se clasificasen como chatarra, y en menos de dos meses se procuran nuevas medidas impositivas para volver a evitarlo.
Las mismas palabras, significados diferentes

Cuando se le llama a lo que es como lo que no es, y a lo que no es como si fuera; cuando se dicen medias verdades (lo que en realidad son mentiras) surge un aspecto ético que hemos obviado al considerar nuestra realidad presente. La ética justifica racionalmente un sistema moral; pero la moralidad se ha convertido en un ‘cuco’, en lugar de una guía.  Por eso se le acorrala en espacios limitados de la mente, para que moleste lo menos posible a la conciencia y al comportamiento. Eliminando o flexibilizando los parámetros del bien y el mal, se abren las puertas a los pareceres y a los deseos individuales.  Ese precisamente es el atajo que conduce a la corrupción.  Cuando lo que prevalece cómo criterio de conducta es aquello que resulta de la voluntad y el acuerdo entre personas con capacidad para consentir, la imaginación es el límite. ¡Ah! y como el pueblo consiente en ser gobernado al ejercer su derecho al voto, los elegidos hacen y deshacen respondiendo a sus particulares y colectivos  entendimientos; y todo está en orden.
La moral se fundamenta en criterios objetivos o subjetivos… y en una amplia y confusa gama de mescolanzas y combinaciones entre ambos. ¿Integridad?  ¿Rectitud?  ¿Honorabilidad?  Veamos algunos claros ejemplos de la trayectoria existente: ‘Tal gobernante robó, pero puso a correr la economía'. ‘Como los que estaban antes lo hicieron, yo también lo hago’.  Así que el fin justifica los medios y todo se ha relativizado.
La politiquería, el fanatismo religioso, la sicología y la psiquiatría moderna generan una madeja de suposiciones en la zona que ocupan los valores.  Se manifiesta mediante la manipulación y con interpretaciones cuyo final, consciente o no, es la consecución del poder sobre el pueblo y los individuos.  Lo demás parece no importar, y en ese demás se encuentra Dios.  ¡Despertemos de ésta turbación ya!

3 comentarios:

  1. Amigo, tu análisis es certero y por exacto, causa mucha tristeza. Pero no se nos puede escapar el hecho de que al pueblo se le dice lo que quiere escuchar. Un pueblo inmaduro, que resiente la verdad y sobre todo, no acepta su parte de responsabilidad en el caos. No solo eso, sino que ante la propuesta de medidas, no analiza pros y contras porque no tiene la capacidad ni le interesa. Juzga, señala, sentencia, se opone, critica, protesta. Nadie está dispuesto a aportar para el bien en la misma medida en que aportó al mal. Con su voto. Con su irresponsabilidad. Con la complacencia de estar siempre en la zona de comodidad. El político que gana es del discurso del "te doy todo a cambio de nada". Luego la realidad nos da en la cara. Un rostro sin un cerebro.

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  2. Por otra parte, resulta que la democracia existe solamente cada catro años a principios del mes de noviembre. Luego, hay que soportar toda esa madeja de justificaciones creadas por los "honorables" dirigentes del gobierno para continuar lo que Bennie Frankie Cerezo denominó "el banquete total".

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