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viernes, 19 de noviembre de 2010

Hoy llevé a Papá a su cita en Veteranos; pero más que eso, compartí con él.

Sí, esa fue la gestión de hoy, pero más allá de eso, resultó ser un día en que compartimos de una manera especial y diferente. Ya sé, la foto junto al Viejo y mi nieta Amaya Zoé no se tomó hoy. Sin embargo, refleja una alegría en Papá, que estuvo presente durante casi todo el tiempo que compartimos. No hubo lamentos, recriminaciones, culpas o arranques negativos. Todo fluyó sorprendentemente bien.
A veces buscamos explicaciones, como lo hago ahora. Quizás fue mi última carta exhortándole a crear su propio cielo en lugar de un infierno, o su reciente decisión de querer reunir a sus hijos ‘para entregarles todo’ dada su conclusión de que ya no puede atender sus asuntos. Tal vez se deba a una combinación de factores o de sabe Dios qué otros elementos, pero cuando me lo mencionó en algún momento del día, percibí cierta intranquilidad. Suéltalo y disfrútalo, le dije.
Llegar a esa determinación tras 93 años de vida no es nada fácil, y mucho menos para Papá. Fue criado por padres procedentes de familias reconocidas y acomodadas de San Germán, con cierto rigor y disciplina. Ingeniero de profesión, afinó la vista tras la lupa de la precisión, el orden y la exactitud…y así se formó y forjó una familia. Cada cosa en su lugar y en su momento y con una sola solución, la suya.
Me alegra haber compartido hoy con Papá. Fue un regalo. Si continúa así, qué tremendo; y si no, lo pasamos muy bien... lo recordaré.