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viernes, 25 de mayo de 2012

La silla de Doña Concha

A la memoria de Tío Alfredo.
‘Paino’: líder sangermeño, conversador, cuentista y medio paquetero.
Genio y figura  hasta la sepultura.
  
   Le visito en la sala de su casa.  Era un domingo cualquiera.
  Tras saludos y bromas noto una silla al estilo de los medallones españoles con el espaldar roto.  Me acerco y me percato que la rotura es en la pieza que forma tanto la pata como la parte superior ovalada.  Le comento con lástima la situación, pues a ambos nos gustan las antigüedades.
           “Lo triste es que esa silla perteneció a mi abuela, tu bisabuela, Doña Concha.”
          “Yo me atrevo arreglarla, pero para eso hay que desmontarla completa y como el tejido está hecho en la madera, es necesario volver a empajillarla.”
          “¿Y tú puedes hacer eso?"
          “Con la ayuda de un par de amigos, pero lo haré bajo una condición; que me permitas hacer una réplica de ella."
          “No faltaba más, si tú me la reparas, has con ella lo que tú quieras.”
   Pasó el tiempo y regresé con la silla. Nueva pieza y pajilla, y pintada. Paino y yo  compartimos la alegría del logro… y yo tenía una réplica en madera de capá prieto.  Con mucho orgullo le mostraba a los amigos que me visitaban la copia de la silla que había sido de mi bisabuela. 
Silla de medallón en capá prieto
   Otro domingo cualquiera volví a visitarle y le comenté algo de la silla.
  “La verdad es que quedó como nueva.”
   “Sabes que le hago la historia a mis amistades y le hablo de la original que perteneció a mi bisabuela.”
   “¿A tu bisabuela? Si esa silla yo me la robé del sótano del Circulo de Recreo.”
   (¡Ea rayos!)
 Pero la vida tiene sus recovecos y hace una semana mis primos; Carmen Regina, Roberto y Armando decidieron vaciar la casa de Tía Regina.  Entre los muebles que habían considerado vender estaba la coqueta que perteneció a Doña Concha; pero prefiriendo que permaneciese entre familiares, la ofrecieron a quien primero se comunicase.  Cosas que pasan; cuando lo notificaron por internet yo estaba en la compu y más rápido que volando avisé sobre mi interés.  El lunes por la tarde ya tenía su lugar en la Casa Grande de la Hacienda. 
 Valoro el obsequio y ahora, sin temor a equivocarme y descartado cualquier posible paquete de Paino, puedo compartir con las amistades que esa coqueta verdaderamente perteneció a mi bisabuela, Doña Concha.