viernes, 14 de enero de 2011

Paíno y la 'magaña' corsa

Nací en febrero de 1945. Mis padrinos de bautismo fueron Josefina Farage Saade (Tata Fina) y C. Alfredo Vivoni Acosta (Paíno). Me han contado que en la ceremonia, cuando el cura rezaba el padrenuestro, él sonreía y el sacerdote lo regaño. Tal vez ahí comenzó para mí el asunto.
Recuerdo desde muy pequeño, cuando aún vivía en La Manguera, y me montaba en su 'chevrolita picop' del 52, color verde botella, para ir a La Amistad - la finca de mi abuelo y sus hermanos en el Valle de Lajas. Me paraba en el asiento, justo a su lado y a mitad del camino, al llegar a la esquina de la plaza del pueblito, nos deteníamos y me compraba un 'limbel colorao'. Tenían forma rectangular, ya que los preparaban en aquellas cubetas de metal, y los servían en un papel blanco; al estilo de esos en los que vienen los bombones de chocolate hoy en día. De regreso la parada era para comprar pan francés en la panadería que amontonaba en la pared de afuera la leña que usaba para hornear.
Al llegar a la finca, lo primero que me enseñaba era a París, su caballo. Luego íbamos a la caseta al lado de la romana donde se pesaba la caña. Por allí estaba Don Nolo; el mismo que llevaba leche y huevos a La Parguera cuando me quedaba los veranos en casa de los abuelos. Cabalgaba en una montura, con banastas. Al final del batey, me llamaban la atención unas murallas de ladrillo y la chimenea de apariencia antigua...ya en desuso. (La maquinaria era francesa y en un momento dado, salía excesivamente costoso traer las piezas; luego cerraron la fábrica que la hacía.)
Paíno me llevaba a los juegos de baloncesto de aquel famoso equipo denominado
Alfredo e Idelisa junto al equipo
El Monstruo Anaranjado. Se celebraban en la cancha sin techo que quedaba arriba en un cerro, frente a la escuela cercana al original Hospital de la Concepción. Allí coincidía con Idelisa, madrina del equipo y con quien, eventualmente, contrajo matrimonio.
Abajo en el patio de atrás de La Manguera había un gallinero, varios corralitos y un palomar. Ocasionalmente aparecía algún gato hambriento y Paíno desde arriba, fijaba la mira de un rifle calibre 22, y lo próximo era verlo brincando.
Alfredo e Idelisa           Foto por mi.
El hombre tenía un metal de voz peculiar y usaba un tono y un volumen que hacía juego con su estilo algo excéntrico, bromista y vivaracho. [A los 60 andaba con gafas oscuras, sombrero-pava, tirantes, pantalón de cuadros de un color llamativo y una camisa de rayas horizontales.] Fue muy activo en la vida cultural, educativa y política sangermeña.  Fue gobernador del Club de Leones, y el de San Germán lleva su nombre. Se presentó como candidato a alcalde de San Germán por el PNP en las elecciones de 1968 y perdió. [Papá me dice que cuando llegaba tarde a las reuniones del Círculo de Recreo decía: 'que conste en record que me opongo a todo lo que se ha aprobado hasta ahora'.] Durante una veintena de años publicó una columna en la revista Impacto. Cuando yo tenía unos 17 y él 44 años, en una de ellas atacó las boinas rojas de Fidel en Cuba y yo le riposté con una en la que criticaba las boinas verdes de los EEUU.  Ideológicamnte habíamos tomado caminos diferentes, pero eso no fue impedimento para que desarrollásemos un tipo de comunicación muy particular y para que perdure el cariño entre nosotros hasta el día de hoy.
Pasábamos horas en la terraza de atrás de su casa conversando y 'sin querer queriendo' bromeábamos de esa manera. Cuando comenzó a llamar a Idelisa para indagar sobre el orden en que debía ingerir la merienda, y me preguntaba varias veces dónde yo vivía y cuántos hijos tenía, me concentraba en el diálogo liviano y el chiste para mantener la conversación. Aún cuando no sabía quién yo era, podíamos conversar en esa dimensión. Era un toma y dame que afloraba a pesar de su gran interrogante: "¿por qué Papá tuvo que morir?" La última vez que le visité en el Hogar San José, al despedirme de él exclamó - "no me des"-. Le riposté, "si yo no te he tocado". Inmediatamente me dijo: "yo lo sé, es por si acaso".
Me contó antes de ayer el primo Dominic Vivoni, que a ese estilo de broma se le llama magaña corsa. Aunque puede tener aspectos negativos, ha sido la única manera en que he logrado realizar el viaje intergaláctico que se requiere para conversar con Paino en estos días. ¡Qué bueno que lo aprendí de él!

En la Casa Grande
Hacienda Luz de Luna
Barrio Yahuecas
Adjuntas, Puerto Rico

2 comentarios:

  1. Amigo Edric: tengo una anécdota muy simpatico de tu querido "paino". Yo era estudiante de la Inter y tomé un trabajo de "bartender" en Don Mon al cruzar la casa de Alfredito. El y otros "leonazos" iban allí a darse el palo. Cuando se iban nadie se ponía "pálido" para la propina. Más Alfredito siempre recogía los vasos de la mesa y los traia al bar. Eso me gustaba mucho de él y hasta cómico.. Aunque no compartí sus ideales politicos siempre fue un caballero. Hace poco una amiga me envió unos periódicos y vi a su hijo que está hacienda buenas cosas en pro del ambiente en el Valle de Lajas. Gracias tambien por incluir a Da. Yuyú en tus escritos. La buena madre del gran amigo Pello Juan. Jorge Rodriguez Sanabria-San Francisco, CA-Clase primer grado Colegio San José-1951-caribe2007@sbcglobal.net

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  2. Don Alfredo fue para mi como un padre. De hombres así, se aprende mucho; sobre todo a ser un caballero decente. Si... eso de lw Magana Corsa es muy parecida al "humor catalán"... frio, serio pero jocoso.
    Rafin

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