sábado, 22 de enero de 2011

La edad,la vida y la felicidad


Hoy cumplo 24,093 días de edad. Curioso, ¿verdad? Son 3441 semanas y 6 días, incluyendo 16 años bisiestos por los cuales he atravesado. Podríamos añadir horas y minutos; 578,232 de las primeras, y 34,693,920 de los segundos. En otras palabras, tengo 65 años, 50 semanas y 2 días. Regularmente no medimos la edad en esos lapsos de tiempo. (Y el tema parece recurrente, pues lo traté en otro de mis escritos recientes.)
¿Qué he realizado? ¿Cómo he desarrollado mi vida cuando los criterios de medición son el calendario y el reloj? La mayoría de las veces no estoy consciente de ello. Es en fechas cercanas al cambio de año, el Día de Acción de Gracias, los cumpleaños y en las funerarias cuando suelo acercarme a esa dimensión. Ahí repaso mis ejecutorias...y es verdad que he tenido 7 hijos, he sembrado cerca de mil árboles y he escrito dos libros. No me siento justificado resumiéndola de ese modo; hay mucho más que eso.
Generalmente disfruto de lo que hago, pero hay momentos en los cuales pierdo la perspectiva.
De alguna manera los humanos hemos incorporado a nuestra psiquis la idea de que la felicidad se compone de los buenos momentos, y la infelicidad de los opuestos. Pienso que se trata de un problema de definición; o pudiera resultar mejor hablar de percepción. Sé que lo que nos rodea fomenta una visión hedonista de la existencia. Sin embargo, la felicidad incluye ambos extremos. Unos para sencillamente disfrutarlos y otros, para superarlos y alcanzar niveles superiores de carácter. Visto de ese modo, ambos resultan positivos; siempre ganamos.
Escucho los gallos cantando, salgo a la terraza y veo los primeros claros del día; cuelo café y me preparo unas tostadas de pan francés, le unto mantequilla y reflexiono sobre éstas cosas.
En esos menesteres, transcurren...unos 1,200 segundos.
Desde la terraza de la Casa Grande
Hacienda Luz de Luna
Barrio Yahuecas
Adjuntas, Puerto Rico

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