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domingo, 20 de enero de 2013

Caterlinga, el cuento de una potrilla

      Se había criado entre los pastos verdes de las tierras altas.  La humedad del rocío que acariciaba sus pequeños lomos, le profería un brillo especial a su pelaje cebruno.  Había nacido aquel verano del 77, casi perfectaCreció silvestre y libre, como una princesita entre la pequeña manada.  Las alas del guaraguao marcaron el tiempo que transcurrió y es que el tiempo es como el viento; pasa y sólo vemos su efecto.
Su crin baila como bandera flotante...
      Un leve toque de la jáquima le muestra el giro a tomar.  Su caminar es brioso, con ritmo cadencioso a cuatro tiempos; como yegua fina, de raza patria.  Lleva su cabeza arqueada y bien colocada; ni muy al frente ni muy atrás.  Sus orejas, pequeñas, enfiladas hacia los montes, despiertas, como antenas nerviosas captando lo que acontece; atentas a cualquier sonido que le indique si debe serenarse o aligerar su ejecución.  Su crin baila como bandera flotante y se hace acompañar de una cola graciosamente levantada.  Al pasar juega con el terreno; levanta mil piedrecillas y ricas partículas del suelo.  Y por supuesto, coquetea con el viento y es dueña del tiempo y el espacio. El guaraguao levita muy cerca de un pico no muy lejano de la hacienda; observando.
     Combinaba con perfección la docilidad con el brio; la libertad, con seguir el comando. Se destacaba en cualquier grupo, en la competencia o en el campo. Un día sin saberlo, como suelen ser muchas de las glorias y los momentos esperados, sería escogida para reina de un rebaño; no había razón o excusa para dudarlo. 
     Valió la pena.  Los días y las noches de penuria.  El cabestro que acomodó y achicó la cabeza y arqueó el cuello.  Aquella varita larga que salpicaba con espinitas las patas traseras, que le enseñó a siempre dar el frente, nunca la espalda.  Los sonidos estridentes de latones que asustaron en un principio, las sombrillas y las sábanas que como espectro aparecían de repente y le hacían brincar de susto; a través de ellos aprendió a mantenerse confiada, a no perder el ritmo y el tiempo, pasara lo que pasase.  El cincho que apretó la cintura, la silla y el peso sobre el lomo que tanto trabajo le dió a mediados del comienzo.  Aquel freno duro y frío sobre la lengua; ¡qué mucho le había incomodado!  Fue todo un proceso que le llevó de potrilla a yegua; de princesa a reina.
Lusel en sus 20
      Tenía la casta y había sido enseñada por un hombre sabio que se mantenía a la sombra y que a su vez, estaba siendo entrenado.  Y la luna estuvo siempre presente y el guaraguao, observando.
      Y dejó de llamarse Caterlinga y su nombre vino a ser la famosa Cildonia de Samisú.  [Final del principio de una llave.]

   Para mi hija Luz de Selenia el día de su cumpleaños número veinte.  En Adjuntas, Puerto Rico a 18 de julio de 1997.
   

lunes, 9 de mayo de 2011

Tras el reencuentro en La Parguera el 18 de abril de 2011

Edric, Carmen Ide y Carlos Manuel
Querida familia,    ¡Que bien la pasamos el lunes!    Yía y Mina, las decanas del grupo, dan cátedra de la abundancia de la vida sin tener que hablar mucho - y hablaron-.    Compartir con Carmen Idelisa tras treinta y pico de años, fue significativo para ella y para nosotros.    La presencia de Oscar y Luz Marina, el único matrimonio presente de esa generación, con el ánimo y cariño que manifiestan, fue especial.    Los primos de nuestra generación que nos dimos cita, creamos una combinación interesantísima de alegría, recuerdos parguereños y vellones (reales e imaginarios).Y de nuestras esposas, ¿qué seríamos sin ellas? Aunque sea pa'regañarnos cuando nos portamos mal.  Tuve la sensación de que bromeamos hasta con lo serio, y eso es tremendo.
    Nuestros hijos y nietos nos vieron allí hablando y riendo como muchachos, y añadieron ese toque de continuidad familiar. (Siempre los nietos e hijos nos alegran y enseñan a ser mejores padres y abuelos.)
   Ventura se la comió con lo que preparó; aunque nos lo comimos nosotros.
   Carlos Manuel, fue un excelente anfitrión en todos los sentidos, y damos gracias por haber pensado en sus ayudantes, Eddie, esposa e hija - que colaboraron en todo.
   A Luchy, gracias por haber compartido con todos sus recientes pinturas (y por haber guiado de regreso a Adjuntas esa noche).
   En lo que a mi respecta, gracias por la presencia de todos, gracias por el esfuerzo y los arreglos que hicieron para lograrlo, por las golosinas y el buen vino que llevaron, y por ayudarme a realizar 2 metas: abrirnos un espacio para compartir familiarmente junto a Carmen Ide y obsequiarle a Carlos e Irma el cuadro de su caseta de La Parguera.
  Ahora, lo que falta es que intercambiemos las fotos que tomamos.
Un abrazo,
Edric 
Nota: El anterior fue el mensaje electrónico que envié a los asistentes post actividad
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El siguiente escrito es de Carlos Manuel... a posteriori.

       Los orígenes de este reencuentro parten de un embeleco nacido de una reflexión de Edric Vivoni Farage. Compartíamos ambos algo que formaba parte de tantas conversaciones, la de convocar a nuestros primos.  El nombre de Carmen Ide surgió sin querer queriendo. La idea de que podíamos invitarla fue poco a poco haciéndose realidad. Edric se ocupó de hacerla realidad. La llamó, la visitó y la convenció. Como si fuera poco, la trajo a La Parguera a la fiesta y la llevó a su casa. Esta idea no se quedó allí. Luego viene la parte artística. Edric se inventó un acto de develación de su obra artística convertido en un obsequio a Irma y a Carlos Manuel. Lo que inventó lo obsequió.
       La verdad que a los niños les encantan las sorpresas. Ese día del reencuentro parecíamos niños ante una gran fiesta de sorpresas.
      Una la presencia de Carmen Ide, evento que ciertamente no esperabamos ocurriera realmente; luego la sorpresa de la develación del cuadro de Edric, obra de arte que llenó de admiración a todos. Junto a Edric también quedó consagrada ahí la obra de Luchy que desplegó junto a otra pintura del manglar un maravilloso cuadro del crepúsculo parguereño.
      Alfredito Vivoni también nos visitó con antelación, junto a Oscar, Luz Marina y Humberto, Ivette e Isabella (la nieta) y mi madre, la noche antes de nuestro reencuentro. Alfredito nos obsequió desde la pantalla de su "laptop" todo un repertorio de fotografías de la antiguedad. Fotos de los Acosta, de los Martín, de los Ramírez, de los Vivoni. La verdad que brillaba en sus ojos y en su conversatorio explicativo mientras mirábamos las fotos, la fugaz memoria de Alfredo, ahora revivida en Alfredito.
      Otra muy interesante sorpresa fue la del Chef Ventura. Sus platos y repertorio de sabores, todos confeccionados in situ, combinados ellos con un amanecer y día fresco, soleado y tranquilo subió enormemente el colorido y la alegría que reinó en la caseta todo el día.
      Pero este no acabó allí. Las fotos antiguas de Huguette y Mina fueron otro giro sorpresivo. Fotos del primer bañito de Abi. Que cosa más grande. Pero hubo más sorpresas: la de Oscar Martín y Luz Marina ambos resplandecientes octogenarios de belleza incomparable. Ellos adornaban particularmente la gran fiesta parguereña, por ser la pareja matrimonial de mayor antiguedad. Otro duo especial, Mina Monagas y María Teresa González, ya alcanzaron la suma cronométrica de noventa y tantos. Van derechitas al siglo.
     De los que hicieron acto de presencia el lunes enumero los siguientes: Joey Molini y Gaile, su esposa,  Alberto Ramírez, Roberto y Angie, Armando y Margarita, Carmen y Juan Manuel, Huguette y Frankie su esposo, y su nena Anuska, y Edric y Luchy.
     Luego la segunda o tercera generación: (que estuvieron el sábado y domingo) María Irma, mi hija con mi nieto Wixilito y su papá; luego algunos hijos Edric y sus respectivos novios o esposas, y también algunos nietos. Me refiero a Marcos (el 3ero con Mapy) y Annette, su novia; Alberto (2ndo con Luchy) y Nany, su esposa, con la nieta Amaya Zoé; y Lusel (3era con Luchy) y Pablito con sus sus hijos Ithalia y Eván. Vino también Ventura y su amiga Mónica. Estaba presente Malena la hija de Carmen y Juan y su esposo, Julio González. Vinieron acompañados de sus hijos Carolina Sofía, Camelia Pilar y Gabriel Andrés nietos de Carmen. Vino también Nancy la esposa de Nealito Monagas con Mariola, su hija acompañada de Ricky su esposo y la bebé Marena.
     La visita de Carmen Ide fue ciertamente el evento más importante. Pudimos todos notar el júbilo que brillaba de su rostro. El agradecimiento fue mutuo. Todos, como en un golpe de esponáneidad la abrazamos a unísono. Al menos asi me pareció. No pudo menos Carmen Ide que saber y sentir cómo lo mejor de nuestras memorias salia a relucir a borbotones. Los sentimientos de familiaridad y fraternidad eran la orden del día.
     Tuve la oportunidad de conversar con ella y quedar más que agradecido de recibir de ella pensamientos y sentimientos llenos de pura espontáneidad. Habló como mujer profundamente angustiada por el dolor. Brilla con sus palabras lo más sublime pero también redobla con pesares que quisiera ella proferir a gritos pero que sencillamente calla con sordina obligada.
     Carmen Ide es mujer con sentimientos de Julia de Burgos y de Matos Paoli, pero aquella sonrisa de niña, de aquella Carmen Ide que vi en una foto cuando apenas tendría nueve años, queda todavía en su semblante. Quien sabe si Carmen Ide encarna consciente o inconscientemente en lo más recóndito de su soledad y dolor el mismísimo Jesús sufriente.
Carlos Manuel Ramírez

sábado, 29 de enero de 2011

Obdulia Alcaraz Casablanca (Tía Yuyú)

Mis recuerdos de ella en otros tiempos pudiesen ser imaginarios; una mujer hacendosa en el balcón de la casa de campo en la Hacienda La Amistad, pero desde que advino a la edad dorada, hemos cultivado una amistad que valoro profundamente. Admiro su estoicismo y valentía.  Ha sobrevivido a su esposo Pedro Pascual Vivoni; a sus hijos Mariam y Masso, y a su nieto Quique.  (Lidiar con sus otros dos hijos, Peyo y Paul, ávidos practicantes de la magaña corsa, no ha sido fácil, pero ella sabe 'buscarle la vuelta'.) 
A los 81, decía en broma, invirtiendo los números, que tan sólo tenía 18 y así sucesivamente hasta ahora que dice encontrarse muy vieja para los 69. Conversar con Yuyú sobre la familia, la política en su sentido más serio, y sobre la vida es siempre aleccionador.  Aún habiendo pasado por tragos muy amargos, ha vivido concentrándose en los aspectos positivos de su existencia.  Su queja, en los momentos difíciles, ha sido tenue y siempre acompañada de la resignación y la humildad.  
Su casa, en la Loma del Viento en San Germán, es un pocito dulce de cariño, especialmente al medio día.  Comparte la mesa con nietos, hijos y sobrinos.  Su cocina, tan excelente,  le llevó a publicar un libro de recetas.  En su casa he saboreado los mejores dulces de naranja y de lechosa. Como cuestión de realidad, ella contribuyó a la fórmula que usamos en nuestra fábrica de dulces de cidra y limón.
Yuyú, posee la sensibilidad de la artista que és. Pinta, teje y es una ávida lectora. 
Fue de ella que escuché: "Edric, tu eres un Quijote, un idealista".  Le dediqué la primera copia de mi libro, La libertad tiene precio, y guardo con agradecimiento la carta que me escribió tras leerlo.
La clave, para que me reconozca en las llamadas telefónicas es preguntarle quién es el único sobrino que le llama Tía Obdulia.  "Tu eres un bandido" me riposta.
Doy gracias a Dios por la oportunidad de tenerla como tía y como amiga.

En la Casa Grande
Hacienda Luz de Luna
Adjuntas, Puerto Rico

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30 de enero de 2011
         
Magnífico pensamiento. Tu relato pellizca ciertas experiencias - las remotas y las próximas - sobre este gran personaje. Ahí van tus encuentros históricos con ella y sus característicos brotes de jocosidad a pesar de la dureza de su vida familiar.  La verdad es que Yuyú experimentó carnal y sensiblemente cosas de la vida que nadie quiere ni imaginar, ni siquiera debió ocurrírsele a ningúno de nuestros parientes en aquella época históricamente afortunada para los Vivoni, Ramírez y Acosta. Pedro Pascual fue diríamos que el sueño de tantas damas sangermeñas y mayaguezanas. Hablamos de la década de los cuarenta. Yo fui vecino de Pedro Pascual y Yuyú. Viví en ese vecindario desde el 41 hasta el 46. Eran Celia y Olga, Pedro Pascual y Yuyú. Recuerdo también a Georgy y Dicky [Martínez] a un lado y Pedro Juan, Maso y Paul al otro lado. Nuestros vecinos de la Calle Luna.  Luego, a pesar de nuestro cambio de residencia a Caguas, nuestras visitas a San Germán eran frecuentes. Beba y Marie permanecieron en San Germán. Visitabamos a Celia y Olga [Dominguez] con mucha frecuencia. Inclusive cuando se mudaron a Guayama íbamos a dar la vuelta. La enfermedad de Pedro Pascual fue dolorosa para nosotros. Recordemos que en nuestra familia ya había habido tragedias. La muerte de Pepe y Carlos fue una terrible tragedia. La de Saro, ni hablar. Creo que de la misma manera que mi padre y mis tíos se vieron afectados por la muerte de Carlos, y la muerte de Pepe a sus hijos, sucedió con Pedro Pascual respecto su familia. Yuyú debió afrontar más que eso todavía. Dos muertes más y la dura tarea de criar a un ser que definitivamente iba a requerir de una buena dosis de paciencia y de dedicación. Mi entrada el seminario el en 62 y luego mis estudios fuera de Puerto Rico durante más de diez años (Florida, Roma, Nueva y York), más mis años de ministerio pastoral me alejaron de ese círculo sangermeño. Mis visitas a San Germán se limitaron a ver a Beba [Magdalena Acosta] y a Marie [Ramirez] con quienes sostuve un estrecha relación. Celia Olga, Yuyú y los muchachos fueron figuras que en muy breves ocasiones veía. Esto a partir de la década de los sesenta. Por razones que no he podido descifrar bien, Yuyú permaneció como figura secundaria. A veces pienso que la total entrega de Yuyú a su hija (dedicación compartida también por Celia y Olga) la transformó totalmente. Pedro Pascual y los muchachos absorbían toda la energía y hacía quizá difícil entrar en ese ámbito tan profundo. Yuyú, pienso, pertenecía a una demensión algo distinta. Era académica, artesana, pensadora, profundamente religiosa y quien sabe qué otras cualidades más. Para mí todo esto permanecía escondido.

Carlos Manuel Ramírez
1 de febrero de 2011
Anoche estuve hablando con mi madre [Tía Yía].  Le preguntaba sobre Yuyú, sus recuerdos. Me contaba que cuando Pedro Pascual se enfermó, Ricardo [Ramírez] lo acompañó a Estados Unidos. Allí recibió tratamiento. Yuyú no pudo ir debido a que debía cuidar de Marián. Cuando Miguel Antonio Domínguez, hermano de mi abuelo, enfermó de cancer del colon, fue mi padre [Carlos Miguel] quien lo acompañó a la Clínica Mayo en New York. Parece que era una tradición familiar de entonces la de ir a Estados Unidos a tratarse con médicos. Don Pedro Acosta también fue a Nueva York a tratamiento no sé de él o de Doña Nena. Yuyú fue maestra en Mayaguez durante algunos años. El matrimonio con Pedro Pascual interrumpió esa carrera. Mr. Casablanca, me dice mi madre, el principal de la escuela pública de San Germán en la década de los treinta, era pariente de Yuyú. Mi madre estudió el cuarto año de la escuela superior en esa escuela (la superior de San Germán) junto a Alfredo [Vivoni] , creo que también Mario [Ramírez] y otros tantas figuras sangermeñas. Me dice mi madre que tanto Yuyú como Pedro Pascual eran personas de muy bella apariencia. Pero me aclara que Enriquito [Vivoni], tu padre, cuando de belleza se trataba, era inclusive más atractivo.  Un hombre alto y simpático. De Alfredo también tiene mi madre palabras de elogio. Mi madre siempre hablaba de Marian (supongo que se llamaba Mary Anne), de sus estudios en San Juan, de la enorme dedicación de sus padres a la educación de esa niña, de Celia y Olga y la relación de ellas con la niña. Quizá pueda decirse que si hablamos de magisterio, de una madre y una maestra, es Yuyú la número uno.
Carlos Manuel Ramírez

NOTA: Añadidos los apellidos en color violeta. E.V.

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Para la celebración de sus 100 años de vida por Amina Tió Vivoni
                                                    
DECIR TÍA YUYÚ

DECIR TÍA YUYÚ ES DECIR CALOR.
CALOR QUE SOLO LO DÁ LA EL CARIÑO CON EL QUE NOS RECIBE EN SU CASA QUE HACE QUE LA SINTAMOS NUESTRO HOGAR TAMBIEN.

DECIR TÍA YUYÚ ES DECIR TALENTO
NO UNO... SINO MUCHOS... TODOS.
TALENTO PARA TEJER, PARA PINTAR, PARA DIBUJAR, PARA CONVERSAR, PARA ACONSEJAR PARA CUIDAR, PARA QUERER.

DECIR TIA YUYÚ ES DECIR SABIDURÍA 
ENSEÑA CON SU EJEMPLO QUE EL AMOR LO PUEDE TODO, LO LOGRA TODO, LO VENCE TODO.
NOS ENSEÑÓ A TRAVÉS DE MARIANNE A SER CADA VEZ MEJOR; Y CON ESE EJEMPLO VIVIENTE Y SIN PALABRAS, NOS ENSEÑÓ QUE SE PUEDEN HACER COSAS QUE PENSÁBAMOS QUE NUNCA ALCANZARÍAMOS NI QUE TENÍAMOS LA CAPACIDAD PARA LOGRAR.

DECIR TÍA YUYÚ ES DECIR DEDICACIÓN
DEDICACIÓN A SER FELÍZ A PESAR DE LOS TROPIEZOS, TRISTEZAS Y OBSTÁCULOS QUE NOS PRESENTA LA VIDA.   SU CONSIGNA: SER FELÍZ.

DECIR TÍA YUYÚ ES DECIR MADRE
PORQUE ES MADRE EXTRAORDINARIA PARA SUS HIJOS PERO TAMBIÉN MADRE PARA MUCHOS.
ERA MI MAMÁ CUANDO, ACARICIÁNDOME LA CABEZA, ME SENTABA EN SU FALDA DE CHIQUITA Y ME DECÍA: TU ERES UNA ¨POLQUELÍA" Y CON ESAS PALABRAS TAN ESPECIALES HACER QUE ME SINTIERA QUERIDA.

DECIR TÍA YUYÚ ES DECIR ALIMENTO
 POR LO SABROSO DE SUS ALMUERZOS Y MERIENDAS CON SUS DULCES DE LECHOZA Y DE GUAYABA Y SU CAFÉ CON LECHE Y PAN, Y POR LO SABROSO DE SUS CARICIAS Y SOBITOS.

DECIR TÍA YUYÚ ES DECIR MAESTRA
 ENSEÑÓ A TRATAR A TODOS POR IGUAL, A SER PACIENTE, A ENTENDER QUE ERA BUENO COMPLACER Y AYUDAR A LOS DEMÁS SIN QUE LOS DEMÁS SE DIERAN CUENTA.

DECIR TÍA YUYÚ ES DECIR COMPLICIDAD, RISAS, DISCIPLINA, INGENIO, BUEN HUMOR.

DECIR TÍA YUYÚ ES DECIRLO TODO.
EN FIN, DECIR TÍA YUYÚ ES DECIR
AMOR.


TE QUIERO, TÍA YUYÚ
AMINITA
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Y celebramos el cumpleaños 100 de ella en el Centro de Convenciones de San Germán el 2 de noviembre de 2014.  La fiesta estuvo excepcional.  Familiares y amigos...especialmente sus hijos Peyo y Paul, nietos biznietos y sobrinos,   Se presentaron visuales de distintos momentos de su vida y Peyo leyó una carta de felicitaciones del gobernador García Padilla. 

La invitación a la celebración
Tía Yuyú, mi buena amiga de tanto tiempo el dia de su cumpleaños.
Luchy y Tía Yuyú, siempre bromeando... el día del cumpleaños



viernes, 14 de enero de 2011

Paíno y la 'magaña' corsa

Nací en febrero de 1945. Mis padrinos de bautismo fueron Josefina Farage Saade (Tata Fina) y C. Alfredo Vivoni Acosta (Paíno). Me han contado que en la ceremonia, cuando el cura rezaba el padrenuestro, él sonreía y el sacerdote lo regaño. Tal vez ahí comenzó para mí el asunto.
Recuerdo desde muy pequeño, cuando aún vivía en La Manguera, y me montaba en su 'chevrolita picop' del 52, color verde botella, para ir a La Amistad - la finca de mi abuelo y sus hermanos en el Valle de Lajas. Me paraba en el asiento, justo a su lado y a mitad del camino, al llegar a la esquina de la plaza del pueblito, nos deteníamos y me compraba un 'limbel colorao'. Tenían forma rectangular, ya que los preparaban en aquellas cubetas de metal, y los servían en un papel blanco; al estilo de esos en los que vienen los bombones de chocolate hoy en día. De regreso la parada era para comprar pan francés en la panadería que amontonaba en la pared de afuera la leña que usaba para hornear.
Al llegar a la finca, lo primero que me enseñaba era a París, su caballo. Luego íbamos a la caseta al lado de la romana donde se pesaba la caña. Por allí estaba Don Nolo; el mismo que llevaba leche y huevos a La Parguera cuando me quedaba los veranos en casa de los abuelos. Cabalgaba en una montura, con banastas. Al final del batey, me llamaban la atención unas murallas de ladrillo y la chimenea de apariencia antigua...ya en desuso. (La maquinaria era francesa y en un momento dado, salía excesivamente costoso traer las piezas; luego cerraron la fábrica que la hacía.)
Paíno me llevaba a los juegos de baloncesto de aquel famoso equipo denominado
Alfredo e Idelisa junto al equipo
El Monstruo Anaranjado. Se celebraban en la cancha sin techo que quedaba arriba en un cerro, frente a la escuela cercana al original Hospital de la Concepción. Allí coincidía con Idelisa, madrina del equipo y con quien, eventualmente, contrajo matrimonio.
Abajo en el patio de atrás de La Manguera había un gallinero, varios corralitos y un palomar. Ocasionalmente aparecía algún gato hambriento y Paíno desde arriba, fijaba la mira de un rifle calibre 22, y lo próximo era verlo brincando.
Alfredo e Idelisa           Foto por mi.
El hombre tenía un metal de voz peculiar y usaba un tono y un volumen que hacía juego con su estilo algo excéntrico, bromista y vivaracho. [A los 60 andaba con gafas oscuras, sombrero-pava, tirantes, pantalón de cuadros de un color llamativo y una camisa de rayas horizontales.] Fue muy activo en la vida cultural, educativa y política sangermeña.  Fue gobernador del Club de Leones, y el de San Germán lleva su nombre. Se presentó como candidato a alcalde de San Germán por el PNP en las elecciones de 1968 y perdió. [Papá me dice que cuando llegaba tarde a las reuniones del Círculo de Recreo decía: 'que conste en record que me opongo a todo lo que se ha aprobado hasta ahora'.] Durante una veintena de años publicó una columna en la revista Impacto. Cuando yo tenía unos 17 y él 44 años, en una de ellas atacó las boinas rojas de Fidel en Cuba y yo le riposté con una en la que criticaba las boinas verdes de los EEUU.  Ideológicamnte habíamos tomado caminos diferentes, pero eso no fue impedimento para que desarrollásemos un tipo de comunicación muy particular y para que perdure el cariño entre nosotros hasta el día de hoy.
Pasábamos horas en la terraza de atrás de su casa conversando y 'sin querer queriendo' bromeábamos de esa manera. Cuando comenzó a llamar a Idelisa para indagar sobre el orden en que debía ingerir la merienda, y me preguntaba varias veces dónde yo vivía y cuántos hijos tenía, me concentraba en el diálogo liviano y el chiste para mantener la conversación. Aún cuando no sabía quién yo era, podíamos conversar en esa dimensión. Era un toma y dame que afloraba a pesar de su gran interrogante: "¿por qué Papá tuvo que morir?" La última vez que le visité en el Hogar San José, al despedirme de él exclamó - "no me des"-. Le riposté, "si yo no te he tocado". Inmediatamente me dijo: "yo lo sé, es por si acaso".
Me contó antes de ayer el primo Dominic Vivoni, que a ese estilo de broma se le llama magaña corsa. Aunque puede tener aspectos negativos, ha sido la única manera en que he logrado realizar el viaje intergaláctico que se requiere para conversar con Paino en estos días. ¡Qué bueno que lo aprendí de él!

En la Casa Grande
Hacienda Luz de Luna
Barrio Yahuecas
Adjuntas, Puerto Rico

sábado, 8 de enero de 2011

Los Tres Santos Reyes, los tres y los tres...


Aún recuerdo cómo celebrábamos el Día de Reyes en La Manguera - la casa de mis abuelos paternos en San Germán. Había expectativa y emoción desde el día anterior... esperando el momento de montárnos en aquella guaguita Ford, verde clara, que tenía Papá e iniciar la travesía desde la Central Aguirre hasta la Ciudad de Las Lomas; dos horas y pico de viaje por la antigua carretera número 2. Había que pasar por el mismo centro (la plaza pública) de los pueblos de Salinas, Santa Isabel, Ponce, Guayanilla, Yauco y Sábana Grande. Mis primos hermanos, Robertito, Armandito y Carmen Regina, harían similar viaje desde San Juan, y acomodados en aquella casona de nuestra infancia y punto de reunión de la parentela, todos aguardábamos el momento de ir a cortar la hierba para los camellos.
Los masitos se hacían bajo la supervisión y dirección de Mamá Ita, nuestra abuela. Los amarrábamos por el medio con un cordón blanco y luego se cortaban ambos extremos, de manera que quedasen parejitos. Claro que antes de apretar el amarre, se colocaba debajo un papelito, suficientemente grande para que cupiese escrito el nombre. Un maso por niño. Luego se traía una palangana mediana y en el área donde se ponía la hierba para los camellos, se llenaba de agua.
La ilusión de los regalos y de la celebración me mantenía despierto tiempo después de haberme acostado. A la distancia escuchaba a la familia conversando y entre pensamientos y el murmullo terminaba durmiéndome.
Temprano al otro día, íbamos todos derechitos a buscar los juguetes y la ropa nueva; todo empacado y con los nombres escritos en el papel de la envoltura.
Percibía el olor a carbón y al bajar las escaleras de la cocina, estaba asándose el lechón en la vara. Borrero, un señor de barbas y pelo canoso, le daba vueltas ...y entre brasas, la brocha de plumas de gallina que metía en el aceite de achiote y que usaba para 'pintarlo', destapaba una canequita y se daba un trago. "No puede beber" se escuchaba desde el balconcito balaustrado de arriba.
A eso de las diez de la mañana comenzaba a sonar el timbre. Los limosneros iban en busca de algunas monedas, y a veces unos y otros, nos mandaban a entregárselas en la puerta de afuera.
En algún momento del día visitábamos el nacimiento en casa de Tía Bebé. Era un espectáculo de casitas, vereditas, riachuelos, arbolitos y por supuesto, el portal de Belén y todas sus figuras principales. Bajo aquel techo alto de cristal del patio interior de la casa y la fuente de agua, era un espectáculo visitado por otras tantas personas; los tíos, los primos y amigos de la familia Martín.
Por la tarde, después del café prieto que tostaba y colaba Demetria, salíamos de regreso a casa.
Hoy vivo en una casona de maderas techada de cinc que cumple 124 años y en muchos aspectos me recuerda la de mis abuelos paternos. Abí y Mamá Ita hace mucho que partieron, pero aún tengo presente aquellos años en que de niño celebraba el Día de los Reyes Magos con ellos. Lo cierto es que ahora soy yo quien junto a mis nietos preparo los masitos de hierba, los amarro con el cordoncillo blanco y le pongo el papelito con sus nombres.
Dicen que recordar es vivir, y es cierto; pero mucho mejor es revivir los recuerdos.

Desde la Casa Grande
Hacienda Luz de Luna
Barrio Yahuecas
Adjuntas, Puerto Rico





domingo, 2 de enero de 2011

Repensando a Rita Julia Acosta Forés (Mamá Ita)

Nunca, tras tu partida, te tuve tan presente como hoy. Llegaste clara, como reforzando aquella primera estrofa que escribí hace muchos años: "fortaleza indestructible de mis recuerdos". Vino a mi mente ésta foto juvenil; con tus anillos de poetiza soñadora, de un tiempo en que no te conocí así.
¿Cómo serías en aquel entonces? ¿En qué se ocuparían tus pensamientos? ¿A que sentimientos te entregaste y cuáles combatiste? No lo sé; no lo sabemos...pero podemos conjeturar que los hubo tanto de unos como de otros.
El contenido social y familiar de tu vida, se filtra a través de tu descendencia; hubo raíces profundas, indescifrables, y aún así, presentes y detectables.
Me pregunto, por qué me presentabas las alternativas de tus poemas para que te dijese cuál me parecía mas acertada. Tan sólo era un niño. Te observé pocas veces buscando la palabra que precisaba la rima...y me las mostrabas. ¿Qué te hizo creer que yo podía?
Y tan fugaz como llegaste, te vas. Aún permanecen tus tres hijos - ya ancianos-, y el pueblo. Ha cambiado, pero aún lo reconocerías. Ahí están las montañas que observaste tantas veces desde el balconcito de atrás de La Manguera y el mismo color de cielo. ¿Sabes?, vivo en una de ellas, arriba, a la extrema derecha.
Querida abuela, hoy te recuerdo, escribo y me hago tantas preguntas, curiosamente, al lado de un nieto de tu chiscuá en Mi Lugar Mágico.

La Casa Grande
Hacienda Luz de Luna
Barrio Yahuecas
Adjuntas, Puerto Rico

martes, 28 de diciembre de 2010

Mi Regalo de Navidad



Hubo que esforzarse un poco para tenerlo todo listo, pero valió la pena.
Tener la Casa Grande llena con mis 6 hijos, mi hija y sus consortes, así como 10 de los 11 nietos fue algo extraordinario. Reunirnos cerca del Fogón de Leña del Lugar Mágico; saborear carnes de todo tipo y freír tostones, observar interactuar y disfrutar con todos y de todo, fue especial. Abundó la sangría, la música y la dominada - tanto para chicos, como entre adultos - . Lograr la distribución y el acomodo para dormir en la casa fue un reto estratégico. Cuando me fui a acostar, la fogata estaba encendida y me contaron que los que se amanecieron, saltaron sobre ella. Temprano el domingo, algunos subimos a la charca para llevarle maíz a los patos y a las palomas. De regreso, el desayuno; un poco más tarde la picadera y a eso de las tres, un típico almuerzo navideño en la terraza y luego, a abrir los regalos. Posteriormente, más juegos, diálogos, conversaciones...y hasta un auto dañado.
Me gocé cada abrazo, cada beso, cada ocurrencia de los nietos, la presencia de cada uno de mis hijos...cuando fui parte activa de los acontecimientos o sencillamente, observándoles. Ésta es mi fortuna. ¡Celebrar su presencia, sus logros, progreso, madurez y crecimiento!
¡Qué bueno, llegó la Navidad... y con ella, éste gran regalo!

La Casa Grande
Hacienda Luz de Luna
Yahuecas, Adjuntas




domingo, 5 de diciembre de 2010

¡Qué adelanto!

Aunque no lo parezca, se logró un montón.  Lo primero extraordinario fue que Víctor estuvo presente debido a la cancelación del bautismo de su nieto. (Yo no tuve nada que ver con eso.)  Lo segundo fue que Papá aceptó,  de buena gana, tomarse las pastillas que Víctor le recetó.  Lo tercero fue que  él mismo leyese, y nosotros escuchásemos, lo relacionado con la  Fundación Vivosta; más de cuarenta años de un trabajo  que celosa y rigurosamente realizó sobre nuestros ancestros.  Lo cuarto fue que asignó a cada uno de nosotros funciones diferentes. Lo quinto; que escuchó (independientemente de sus argumentos) lo relacionado a la ayuda que tiene, lo que esperamos que sea su comportamiento y lo que hemos resuelto hacer si se queda solo.  Finalmente, tuvimos la oportunidad de apoyarnos unos a otros, sacar pa'fuera algunas cosas, y mantener enfocado el objetivo en lo que nos habíamos propuesto. Le añadimos, que pasamos un buen rato durante el almuerzo.
Valió la pena.
Hay asuntos que se quedaron en el tintero de mi agenda (y creo que en la de Tato), pero estoy confiado en que cada cual buscará el momento.