I.
INTRODUCCIÓN
Según la información disponible, los
terrenos de la hacienda original pertenecieron a Don Gregorio Cardona Vélez. Cuando una de sus hijas, María Ramona Salustiana
Cardona Gonzáles contrajo matrimonio en 1875 con Don Antonio Mayol Ros, este le
dotó a ella unas 500 cuerdas en el Barrio ‘Yagüeca’ de Adjuntas. En 1883, Mayol completó la construcción de la
Casa de Máquinas y en 1887, la Casa Grande. El lugar llegó a ser conocido como la hacienda
de los Mayol. En el Registro de la Propiedad, en las escrituras donde constan
una diversidad de transacciones realizadas, aparece como “hacienda sin nombre
conocido”. En 1965 fue adquirida por Don
Luis A. Rivera Delgado de la familia Mayol y en 1978, el licenciado Edric E.
Vivoni Farage y su esposa, Luz de Selenia Rivera Siaca, se mudan a la Casa
Grande. En 1980 se formalizó el título
de la adquisición de la finca. Es a
principio de los 90, honrando el nombre de su esposa, que Vivoni la bautizó
como, Hacienda Luz de Luna. *
II
DESARROLLO
En noviembre de 2021, reuní a mis siete
hijos (tres del primer matrimonio con Maria del Pilar González Maíz y cuatro
con Luz de Selenia) junto a todo el familión que constituyen sus cónyuges y los
nietos, para presentarles lo que consideré era la culminación de muchos años de
planificación y trabajo. Gran parte de
mi vida la dediqué a restaurar y mantener la Casa Grande y la Casita Amarilla; a desarrollar sembradíos de café, cítricos, plátanos, frutos menores y bosques; así como a construir La
Fabriquita (una fábrica artesanal de dulce de cidra y
de limón); el Portillo de Yahuecas (el restaurán); la Casa de Máquinas; Mi
Lugar Mágico; la Tiendita de Raya; el Fogón de la Collarina; charcas y caminos. Ahora había llegado el tiempo de pasar el
batón, de involucrar a la familia para darle continuidad y dirección a esta
joya histórica y agrícola; a la experiencia cultural, gastronómica y educativa en
que habíamos convertido la Hacienda.
Para el 2010 tenía una idea bastante
clara de la amplitud y el potencial que tenía el lugar, pero me había parecido
un enorme reto plasmarla por escrito de manera clara y precisa. Me refería a ella como ‘La Visión’. En 2004 inscribí, en el Departamento de
Estado, Empresas LESERV Inc., una corporación sin fines de lucro; se creó un sello y el reglamento, y se constituyó su primera Junta de Directores. Esto no ocurrió automáticamente. A principios del 1990 fui abogado de la Academia
Castillo Fuerte en

Carolina. Esa institución operaba una escuela para jóvenes que habían estado en el vicio de las drogas. Un día me invitaron a una reunión de sus
directivos y me llamó la atención uno de sus miembros; persona que contaba con
una extraordinaria capacidad de ponerle manos, pies y todos los demás
componentes a una idea. Concluida la
reunión se me acercó y me preguntó si yo era de los Vivoni de San Germán. Se presentó y resultó que él también era natural
de esa ciudad; nieto de Pachica, el barbero de mi papá. Conversamos y le felicité por su talento. En
un momento hablamos algo sobre mi proyecto y a los pocos meses, él y su esposa
Judith nos reuníamos, junto a otro matrimonio, para darle forma a la visión. ¿Cómo conocí al otro matrimonio?
Juan Robles llegó al campamento de 13
casetas de campaña que habíamos levantado en la Lomita de los Reyes Magos,
frente a El Capitolio, en 1991. Allí
vivimos durante unos dos meses. El
objetivo era apoyar la aprobación de un proyecto de ley que garantizase los
derecho constituciones de un grupo de academias que representé como abogado; ante
la eventualidad de que los tribunales no los reconociesen. Don Juan se ofreció como voluntario para
realizar cualquier labor de carpintería que necesitásemos. El amor por el trabajo en madera fue el
inicio de una amistad que ha perdurado hasta el presente. Vi crecer a sus hijos y en ocasiones, él y
ellos se quedaban en la Hacienda. Insistía
en que yo debía conocer a Sammy, un músico y ebanista convertido en pastor.

Uno de esos días, me visitó con
el hombre y este último me pidió que le hablase de mis proyectos. Mientras caminábamos por la finca le decía,
aquí va esto y acá va esto otro. Tras un par de horas regresamos y me dijo: ‘Vivoni, me gusta cómo hablas; tú puedes ver lo que aún no está como si estuviese, cuenta
conmigo para lo que pueda ayudarte’. Así
que él y su esposa Alice, (vice alcaldesa de Dorado), Luchy y yo, comenzamos a
reunirnos con Nazario y su esposa. Lo
hicimos durante un año, generalmente los sábados. Al finalizar; todo constaba por escrito y
listo para ser incorporado. Pasó más de
una década y realicé varios de los proyectos contemplados.
III.
TIEMPOS RECIENTES
En el 2016, Luchy y yo decidimos
establecer un procedimiento para que, eventualmente, los siete hermanos asumiesen
responsabilidades en Hacienda Luz de Luna y en su futuro desarrollo. Previmos que pronto llegaría el tiempo de delegar,
de hacernos un regalo y disfrutar. Con
ello en mente, al cumplir mis 76 años, adquirí un Mustang convertible al cual
llamé, Rocinante. Habíamos visitado ‘esteit planers’ y un abogado
en la Milla de Oro, pero resultaba que algo dejaba de cuadrar con lo que
pensábamos. Finalmente, me senté; nos
pusimos de acuerdo, escribí lo que entendía que debía de ser y el 18 de febrero
de 2018 legalizamos el documento ante el licenciado José M. Salicetti
Maldonado. Logramos lo que pensé era lo más difícil… pero
en realidad, no lo era. Se trataba tan
sólo de un paso importante.
En la reunión de finales de noviembre
de 2021, actividad con la cual comencé la parte [“II DESARROLLO”] de este
relato y en la cual compartí con mis siete hijos, hubo
música típica navideña, un
lechón asado a la vara, buena gastronomía, juegos, conversaciones, las
correrías de los nietos y el fresco de montaña adentro. En medio de ello, hice una presentación en diapositivas
que titulé: Un Nuevo Porvenir. Cumplía
mi objetivo y sentí el alivio de quien toma una decisión difícil y actúa en
conformidad, pero si bien eso era lo que me había propuesto, no dejaba de ser otro
paso más.
Transcurrieron semanas y no escuchaba respuesta
o comentarios de mis hijos. Esperé,
esperé y confié en haber hecho lo correcto.
La contestación tomaría más tiempo del que pensé, así que de nuevo a la
finca y a los proyectos.
IV.
TRABAJANDO EN EL EQUIPO HERMANOS VIVONI
En noviembre de 2020 publiqué mi
segundo libro; Caminos de Libertad. Hice una presentación en la hacienda,
exclusivamente para Luchy, hijos y nietos.
A cada uno de ellos le dediqué una copia. Al poco tiempo conocí personalmente a Juan F.
Cruz Torres, autor del libro, Liderando en Tiempos de la Ley PROMESA. Ya habíamos compartido a través de ‘feisbuc’ y
en 2021 me visitó y me obsequió un ejemplar de su libro. A las pocas semanas regresó con un grupo de
escritores interesados en crear una antología sobre el café y deseaban tener la
experiencia de recogerlo. Se quedaron en
la Casita Amarilla y cenamos en la terraza de la Casa Grande. Compartí con Juan la etapa en la cual Luchy y yo
nos encontrábamos respecto al futuro de Hacienda Luz de Luna. En noviembre del 2021 asistí al Colegio de
Abogados como uno de dos presentadores del libro de Cruz Torres. Contiene, entre otros muchos buenos señalamientos, una
acertada exposición sobre el concepto de servicio, la motivación, la ética y el
trabajo en equipo.
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Primer taller Equipo Hermanos Vivoni. Presente virtualmente, Lusel. Ausente, por fuerza mayor, Marcos J. |
El sábado 12 de febrero de 2022, aprovechando la visita de nuestro hijo Edric E., el único que vive
fuera de Puerto Rico, llevamos a cabo un taller informal sobre esos temas. El recurso, Juan F. Cruz Torres.
Luchy y yo hemos comprendido que en un
sentido, no hay ‘retiro’, que nuestra aportación al futuro de Hacienda
Luz de Luna es el resultado de muchos años de esfuerzos y que la experiencia y
la sabiduría acumulada es para ponerla al servicio “de los muchachos”. La mayoría de los proyectos están listos y
ahora nos corresponde fomentar entre los siete hermanos un sentido de trabajo en
equipo, instarlos a que aporten los muchos talentos que cada uno de ellos tiene
al servicio de una visión común... de un proyecto histórico y patriótico; que
siendo una empresa, es trascendental en muchos aspectos. Para Luchy y para mí, generarlo y percibirlo
es motivo de alegría, paz y felicidad. En esa encomienda, Dios nos ha iluminado y
seguirá ayudándonos.
* (Selenia: variante de escritura de
Selena, derivado del griego Selene, nombre mitológico de la luna)